Santiago Calatrava (arquitecto Valenciano)

Santiago Calatrava, (Valencia, 28 de julio de 1951) es un arquitecto y escultor español, quien además tiene estudios de ingeniería civil realizados en Zúrich. Santiago Calatrava nació en 1951 en la pedanía de Benimàmet de Valencia.




Finalizada la etapa de estudios, trabajó como profesor auxiliar en el Instituto Federal de Tecnología, donde comenzó a aceptar pequeños encargos y a participar también en concursos de nuevos proyectos. En 1983 le fue adjudicada su primera obra de cierta importancia, la Estación de Ferrocarril de Stadelhofen, situada junto al centro de Zúrich donde también había establecido su despacho. Al año siguiente, Calatrava diseñó el puente Bac de Roda en Barcelona que fue el primero que empezó a darle cierto reconocimiento internacional. A este seguirían el Puente Lusitania de Mérida (1991), del Alamillo de Sevilla (1992) y el Puente de 9 d´Octubre en Valencia (1995).



En 1989 Calatrava abrió su segundo despacho en París, mientras estaba trabajando en el proyecto de la Estación de Ferrocarril del Aeropuerto de Lyon. Dos años después creó su tercer despacho, esta vez en Valencia, donde trabajaba en un proyecto de grandes dimensiones, la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. En el año 2003 concluyó el edificio del Auditorio de Tenerife en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, en su inauguración estuvieron presentes algunos de los diarios más prestigiosos del mundo como New York Times o Financial Times.[2] El prestigio internacional de Calatrava fue rápidamente en aumento.



Estilo



Hoy se considera a Calatrava como uno de los arquitectos especializados en grandes estructuras. Contrariamente a lo que es habitual en muchos arquitectos, que ocultan las estructuras de sus edificios, Calatrava, como ingeniero que es, las convierte en elementos esenciales en estas.



Calatrava ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su trabajo entre los que destaca el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1999. Ha sido nombrado Doctor Honoris Causa en doce ocasiones.



La obra de Calatrava supone una auténtica revolución en la arquitectura, caracterizada por la reunión de la arquitectura y la ingeniería, que vienen circulando separadas desde el siglo XVIII.Santiago Calatrava supone un reencuentro con la tradición constructiva de la arquitectura, con influencias de Fernando Higueras, Jørn Utzon, Antonio Gaudí, y las arquitecturas gótica y romana. En un momento en que muchas arquitecturas hacen gala de una gran banalidad, y muchas obras de ingenieria hacen ostentación involuntaria de una gran ordinariez, Calatrava ha producido una gran influencia en la arquitectura contemporánea.



Obras representativas



Edificio BCE (Toronto, Canadá).

Puente del Alamillo, Sevilla.

Llotja de Sant Jordi en Alcoy, España.

Puente de la Mujer, en Buenos Aires, Argentina.

Palacio de Congresos Princesa Letizia de Oviedo, España.

Estación de Lieja Guillemins, Bélgica.



Ciudad de las Artes y de las Ciencias (Valencia, España):

L'Hemisfèric (Cine IMAX y planetario)

Museo de las Ciencias Príncipe Felipe

L'Umbracle (Paseo cubierto)

Palau de les Arts Reina Sofia

Ágora

Puente de l'Assut de l'Or

Torres verticales de viviendas, oficinas y hoteles Alicante, Castellón y Valencia y torre horizontal Mediterráneo. - en proyecto



Auditorio de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife)

Puente Lusitania (Mérida)

Puente de Vistabella (Murcia, Región de Murcia)

Estación de Ferrocarril (Lieja, Bélgica)

Puente de la Exposición (conocido popularmente como "La Peineta") (Valencia)

Puente de Europa (Orleans, Francia)

Estación de Alameda, MetroValencia (Valencia)

Estación de Ferrocarril del Aeropuerto (Lyon, Francia)

Museo de Arte (Milwaukee, Wisconsin) Ver en el mapa

Puente 9 de Octubre (Valencia)

Puente Peatonal Campo Volantín Zubizuri (Bilbao)

Puente de Itxas Aurre - Puerto de Ondarroa (Ondárroa, Vizcaya)

Centro Internacional de Ferias y Congresos (Santa Cruz de Tenerife)

Estación de Ferrocarril de Oriente (Lisboa, Portugal)

Aeropuerto de Bilbao (Bilbao)

Torre de telecomunicaciones de Montjuïc (Barcelona)

Puente del Alamillo (Sevilla)

Edificio BCE (Toronto, Canadá)

Llotja de Sant Jordi - Plaza de España (Alcoy)

Puente Bac de Roda (Barcelona) Ver en el mapa

Teatro Tabourettli (Basilea, Suiza)

Estación de Ferrocarril Stadelhofen (Zúrich, Suiza)

Puente de la Mujer (Buenos Aires, Argentina)

Tres puentes en la comunidad Haarlemmermeer, Holanda

Palacio de Congresos de Oviedo - (Oviedo)

Tres puentes en la autopista A1, Reggio Emilia, Italia

Turning Torso (Malmö, Suecia - inaugurado el 27 de agosto de 2005)

Bodegas Ysios (Laguardia, La Rioja Alavesa) Ver en el mapa

Pabellón Kuwait (Expo'92, Sevilla)

Puente de la Constitución en Venecia (inaugurado el 11 de septiembre del 2008 en medio a una polémica por no ser accesible a discapacitados

Puente atirantado de Jerusalén (Jerusalén)

Complejo Olímpico de Deportes de Atenas (Atenas, Grecia)

Puente Katehaki en Atenas

Remodelación de la universidad de Zurich Suiza

Recinto de Ferias y Mercados de Castellón de la Plana

Obelisco de la Caja, en Madrid



Tiene pendientes futuros proyectos, sobre todo en EEUU que agrandaran su legado.

Juan de Herrera (Arquitecto Cantabro)

Juan de Herrera fue un arquitecto, matemático y geómetra español, considerado uno de los máximos exponentes de la arquitectura renacentista hispana. Nació en el año 1530 en el barrio de Movellán, en la localidad de Roiz, perteneciente al municipio cántabro de Valdáliga, y murió en Madrid el 15 de enero de 1597.




Su sobrio y severo estilo arquitectónico, llamado herreriano en su honor, fue representativo del reinado de Felipe II (r. 1556-1598) e influyó notablemente en la arquitectura española posterior, principalmente a lo largo del siglo XVII.



Su obra arquitectónica más importante es el Monasterio de El Escorial, en el municipio madrileño de San Lorenzo de El Escorial, que Herrera acabó en 1584, tras reorganizar el proyecto original de Juan Bautista de Toledo.



Como figura del Renacimiento, se interesó en diferentes ramas del saber y manifestó un espíritu aventurero y un afán de novedades. Su "Discurso sobre la figura cúbica" revela sus conocimientos de geometría y matemáticas y su participación en algunas de las campañas militares de Carlos I (en Alemania, Flandes e Italia) habla de su talante inquieto.



Juan de Herrera nace en el seno de una familia de hidalgos. Nieto de Ruy Gutiérrez de Maliaño y Herrera, señor de la casa solariega de Maliaño, su acomodada posición social le permite ingresar en la Universidad de Valladolid, donde cursa Humanidades y Filosofía.



Al acabar los estudios, en 1548, se incorpora al séquito de caballeros de Felipe II, por entonces todavía príncipe, y viaja por Flandes, Alemania e Italia, donde entra en contacto con las corrientes renacentistas del momento.



En 1553, participa como soldado en la campaña de Flandes con los ejércitos de Carlos I. En 1556, acompaña al emperador en su retiro del Monasterio de Yuste.



Tras la muerte de Carlos I en 1558, pasa al servicio de Felipe II, bajo cuyo mecenazgo desarrollará la práctica totalidad de su carrera. Se ocupa de la enseñanza del príncipe Carlos de Austria y, en el ejercicio de esta actividad, copia las figuras astronómicas del Libro del saber de astronomía, tarea que concluye en 1562.



El 18 de febrero de 1563 se pone bajo las órdenes de Juan Bautista de Toledo, autor del proyecto inicial del Monasterio de El Escorial. En 1572 asume oficialmente la dirección de las obras, que finaliza en 1584.



En 1579 es nombrado Inspector de Monumentos de la Corona, lo que contribuye a una rápida expansión por España de su estilo arquitectónico, definido en el trazado de El Escorial.



En 1583 funda la Academia de Matemáticas y Delineación (antecedente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales) y se convierte en su primer director.



En 1594 cae gravemente enfermo y abandona el trabajo activo. Muere en Madrid en 1597, donde es enterrado en la Iglesia de san Nicolás de los Servitas.



Siguiendo la voluntad reflejada en su testamento, redactado en 1584, sus restos mortales están depositados en la actualidad en la Iglesia de san Juan Bautista, en Maliaño (Cantabria).



[editar] Obra arquitectónicaHerrera comienza en la arquitectura en 1561 con las obras del Palacio Real de Aranjuez en la localidad madrileña de Aranjuez.



En 1563 comienza a colaborar con Juan Bautista de Toledo en la construcción del Monasterio de san Lorenzo del Escorial. Cuando en 1567 muere Bautista de Toledo sucede a éste en la dirección de las obras. Herrera modifica los planos, ampliándolos y cambiando la ornamentación del interior de la iglesia y la traza de la fachada, haciendo un edificio singular que llama la atención por su austeridad. Basa su diseño en la horizontalidad, la uniformidad compositiva y una sobria decoración.



Construye en El Escorial la monumental fachada occidental, la gran basílica de planta centralizada y el templete del patio de los Evangelistas. Además de esto cambia las técnicas constructivas y modifica las cubiertas. Destaca la maestría con que realiza las bóvedas planas de la estructura. Termina el edificio en 1584.



A la vez que dirige las obras de El Escorial, realiza proyectos de menor magnitud, como la fachada sur del Alcázar de Toledo (1571-1585) y la Lonja de Sevilla (1583).



Su nombramiento por Felipe II como Inspector de Monumentos de la Corona le abre las puertas a nuevos proyectos arquitectónicos, entre los que destaca la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid (1589), obra de gran envergadura, con una estructura de enorme complejidad, que quedó inconclusa, pero que sirvió de ejemplo para las catedrales de México y de Lima.



Obras principalesPalacio Real de Aranjuez (1561).

Monasterio de El Escorial (1563).

Palacio de El Quexigal (1563), edificio desaparecido, construido en Robledo de Chavela (Madrid).

Fachada sur del Alcázar de Toledo (1571–1585).

Edificio de la Casa Consistorial de Toledo (1575).

Puente de Segovia de Madrid (1582-1584).

Reconstrucción y reconversión en palacio del Castillo de Villaviciosa de Odón (1583).

Diseño de la Lonja de Sevilla, actual Archivo de Indias (1583).

Catedral de Valladolid (1589).

Real Aposento de Torrelodones (1589), edificio desaparecido, construido en el municipio madrileño homónimo.

Federico Garcia Lorga (poeta de gran influencia y abiertamente homosexual)

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898 – entre Víznar y Alfacar, ibídem, 19 de agosto de 1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la llamada Generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX, junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo.


Murió ejecutado tras la sublevación militar de la Guerra Civil Española, por su afinidad con el Frente Popular y por ser abiertamente homosexual.



Nació en el municipio de Fuente Vaqueros, Granada (España), en el seno de una familia de posición económica desahogada, el 5 de junio de 1898, y fue bautizado con el nombre de Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca; su padre fue Federico García Rodríguez, un hacendado, y su madre, Vicenta Lorca es la segunda mujer de su padre,[3] maestra de escuela que fomentó el gusto literario de su hijo.



Desde los 2 años, según uno de sus biógrafos, Edwin Honig, Federico García Lorca mostró su habilidad para aprender canciones populares, y a muy tierna edad escenificaba en miniatura oficios religiosos. Su salud fue frágil y no empezó a caminar hasta los cuatro años. Leyó en su casa la obra de Víctor Hugo y de Miguel de Cervantes. Como estudiante fue algo irregular. De niño lo pusieron bajo la tutela del maestro Rodríguez Espinosa, en Almería, ciudad en la que residió con su familia entre 1906 y 1909[cita requerida]. Inició el bachillerato de vuelta a su provincia natal y abandonó la Facultad de Derecho de Granada para instalarse en la Residencia de Estudiantes de Madrid (1918–1928); pasado un tiempo, regresó a la Universidad de Granada, donde se licenció en Derecho, aunque nunca ejerció la abogacía, puesto que su vocación era la literatura.



La ubicación meridional de Granada, donde se encontraba viva la herencia mora, el folclore, el oriente y una geografía agreste, quedó impresa en toda su obra poética, donde los romanceros y la épica se funden de manera perceptible. Después de su madre, fue Fernando de los Ríos quien estimuló el talento del entonces pianista en favor de la poesía; así, en 1917 escribió su primer artículo sobre José Zorrilla, en su aniversario.



La España de García Lorca era la de la Edad de Plata, heredera de la Generación del 98, con una rica vida intelectual donde los nombres de Francisco Giner de los Ríos, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno y, poco después, Salvador de Madariaga y José Ortega y Gasset imprimían el sello distintivo de una crítica contra la realidad de España.



Influyeron, además, en la sensibilidad del poeta en formación Lope de Vega, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Manuel Machado, Ramón del Valle-Inclán, Azorín y el Cancionero popular.





Juventud y primeras obras



En 1918 publicó su primer libro Impresiones y paisajes, costeado por su padre. En 1920 se estrenó en teatro su obra El maleficio de la mariposa, en 1921 se publicó Libro de poemas, y en 1923 se pusieron en escena las comedias de títeres La niña que riega la Albahaca y El príncipe preguntón. En 1927, en Barcelona, expuso su primera muestra pictórica.



En esta época frecuentó activamente a los poetas de su generación que permanecen en España, en torno a la Residencia de Estudiantes: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, y sobre todo Buñuel y Dalí, a quien después le dedicó la Oda a Salvador Dalí. El pintor, por su parte, pintó los decorados del primer drama del granadino: Mariana Pineda. En 1928 publicó la revista literaria Gallo, de la cual salieron solamente dos números.



En 1929 marchó a Nueva York. Para entonces se habían publicado, además de los antes mencionados, sus libros Canciones (1927) y Primer romancero gitano (1928). Esta última es su obra más popular y accesible. A García le molestaba mucho que el público lo viera como gitano.



Viaje a Nueva York



De su viaje y estancia en Nueva York surge el libro Poeta en Nueva York. En 1930 fue a La Habana, donde escribió parte de sus obras Así que pasen cinco años y El público. Ese año regresó a España, donde fue recibido en Madrid con la noticia de que su farsa popular La zapatera prodigiosa se estaba escenificando.



La Segunda República y «La barraca»



Al instaurarse la Segunda República española, Fernando de los Ríos fue nombrado Ministro de Instrucción Pública. Bajo el patrocinio oficial, se encargó a Lorca la co-dirección de la compañía estatal de teatro «La Barraca», donde disfrutó de todos los recursos para producir, dirigir, escribir y adaptar algunas obras teatrales del Siglo de Oro español. Escribió en este período Bodas de sangre, Yerma y Doña Rosita la soltera.



En 1933 viajó a la Argentina de la Década Infame para promover la puesta en escena de algunas de sus obras por la compañía teatral de Lola Membrives y para dictar una serie de conferencias, siendo su estancia un éxito: a manera de ejemplo, su puesta de La dama boba —durante años olvidada,[4] descubierta, editada y reeditada por la Universidad de La Rioja[5] —, de Lope de Vega, atrajo a más de sesenta mil personas. Co-fundador el 11 de febrero de 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS. Entre este año y 1936 escribió Diván de Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, que conmovió al mundo hispano, La casa de Bernarda Alba y trabajaba ya en La destrucción de Sodoma cuando estalló la Guerra Civil española.



Guerra Civil y asesinato



Colombia y México, cuyos embajadores previeron que el poeta pudiera ser víctima de un atentado debido a su puesto de funcionario de la República, le ofrecieron el exilio, pero Lorca rechazó las ofertas y se dirigió a su casa en Granada para pasar el verano.



En esos momentos políticos alguien le preguntó sobre su preferencia política y él manifestó que se sentía a su vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico. De hecho nunca se afilió a ninguna de las facciones políticas y jamás discriminó o se distanció de ninguno de sus amigos, por ninguna cuestión política. Tuvo una gran amistad con el líder y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, muy aficionado a la poesía.[6] El propio Lorca decía de él:



...José Antonio. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él.[7]

Se sentía, como él lo dijo en una entrevista a El Sol de Madrid poco antes de su muerte, íntegramente español.



Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.[cita requerida]

Tras una denuncia anónima, el 16 de agosto de 1936 fue detenido en la casa de uno de sus amigos, el también poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de las autoridades nacionales de que sería puesto en libertad «si no existía denuncia en su contra». La orden de ejecución fue dada por el gobernador civil de Granada, José Valdés Guzmán, quien había ordenado al ex diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso la detención del poeta.



Las últimas investigaciones, como la de Manuel Titos Martínez, determinan que fue fusilado la madrugada del 18 de agosto de 1936, seguramente por cuestiones territoriales, ya que algunos caciques, muy conservadores, tenían rencor al padre de Lorca porque era un cacique progresista.[cita requerida] En una entrevista al diario El Sol había declarado que «en Granada se agita la peor burguesía de España», y eso fue su sentencia de muerte.[cita requerida] Federico García Lorca fue ejecutado en el camino que va de Víznar a Alfacar, y su cuerpo permanece enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él.[8] La fosa se encuentra en el paraje de Fuente Grande, en el municipio de Alfacar, provincia de Granada (España). El escritor, autor del "Romancero Gitano" fue ejecutado por ser republicano y homosexual, considerado en esa época como un delito imperdonable.[9]



H. G. Wells envía el siguiente despacho a las autoridades militares de Granada:



H. G. Wells, presidente Pen Club de Londres, desea con ansiedad noticias de su distinguido colega Federico García Lorca, y apreciará grandemente la cortesía de una respuesta.[10]

cuya respuesta fue la siguiente:



Coronel gobernador de Granada a H. G. Wells.—Ignoro lugar hállase D. Federico García Lorca.—Firmado: Coronel Espinosa.[10]

Después de su muerte se publicaron Primeras canciones, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Antonio Machado escribió el poema "El crimen fue en Granada" en 1937 al tema de la muerte de Lorca.



En 2009, en aplicación de la ley para la recuperación de la memoria histórica aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se decide abrir la fosa donde supuestamente descansaban los restos del poeta. Aun así, no se encontró nada.[11]



Obra



El universo lorquiano se define por un palpable sistematismo: la poesía, el drama y la prosa se alimentan de obsesiones -amor, deseo, esterilidad- y de claves estilísticas constantes. La variedad de formas y tonalidades nunca atenta contra esa unidad cuya cuestión central es la frustración.



Estilo



Los símbolos: de acuerdo con su gusto por los elementos tradicionales, Lorca utiliza frecuentemente símbolos en su poesía. Se refieren muy frecuentemente a la muerte aunque, dependiendo del contexto, los matices varían bastante. Son símbolos centrales en Lorca:



La luna: es el símbolo más frecuente en Lorca. Su significación más frecuente es la de muerte, pero también puede simbolizar el erotismo, la fecundidad, la esterilidad o la belleza.

El agua: cuando corre, es símbolo de vitalidad. Cuando está estancada, representa la muerte.

La sangre: representa la vida y, derramada, es la muerte. Simboliza también lo fecundo, lo sexual.

El caballo (y su jinete): está muy presente en toda su obra, portando siempre valores de muerte, aunque también representa la vida y el erotismo masculino.

Las hierbas: su valor dominante, aunque no único, es el de ser símbolos de la muerte.

Los metales: también su valor dominante es la muerte. Los metales aparecen bajo la forma de armas blancas, que conllevan siempre tragedia.

La metáfora: es el procedimiento retórico central de su estilo. Bajo la influencia de Góngora, Lorca maneja metáforas muy arriesgadas: la distancia entre el término real y el imaginario es considerable. En ocasiones, usa directamente la metáfora pura. Sin embargo, a diferencia de Góngora, Lorca es un poeta conceptista, en el sentido de que su poesía se caracteriza por una gran condensación expresiva y de contenidos, además de frecuentes elipsis. Las metáforas lorquianas relacionan elementos opuestos de la realidad, transmiten efectos sensoriales entremezclados, etc.



El neopopularismo: aunque Lorca asimila sin problemas las novedades literarias, su obra está plagada de elementos tradicionales que, por lo demás, demuestran su inmensa cultura literaria. La música y los cantos tradicionales son presencias constantes en su poesía. No obstante, desde un punto de vista formal no es un poeta que muestre una gran variedad de formas tradicionales; sin embargo, profundiza en las constantes del espíritu tradicional de su tierra y de la gente: el desgarro amoroso, la valentía, la melancolía y la pasión.



Poesía



La obra poética de Lorca constituye una de las cimas de la poesía de la Generación del 27 y de toda la literatura española. La poesía lorquiana es el reflejo de un sentimiento trágico de la vida, y está vinculada a distintos autores, tradiciones y corrientes literarias. En esta poesía conviven la tradición popular y la culta. Aunque es difícil establecer épocas en la poética de Lorca, algunos críticos diferencian dos etapas: una de juventud y otra de plenitud.



La época de juventud



Aquí se incluyen sus primeros escritos: Impresiones y paisajes (en prosa, aunque sin embargo muestra procedimientos característicos del lenguaje poético) y Libro de poemas (escrito bajo el influjo de Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez); en este poema García Lorca proyecta un amor sin esperanza, abocado a la tristeza.



La Diputación de Granada edita en 1986 una antología poética, seleccionada, presentada y anotada por ANDREW A. ANDERSON (I.S.B.N. 84-505-3425-9). Esta antología aporta Suites (1920-1923) y Poemas en prosa (1927-1928). En Suites se encuentra "Cancioncilla del niño que no nació" [1] pág. 71 , y en Poemas en Prosa "Degollación de los Inocentes", pág. 150. En estos escritos el poeta hace referencia al drama del aborto.



La época de plenitud



Comienza con el Poema del cante jondo (1921) que, mediante la unidad temática, formal, conceptual y la expresión de los sentimientos, debida en parte a su inspiración folclórica, describe la lírica neopopularista de la Generación del 27.



En Primeras canciones (1927) , y Canciones (1936) emplea las mismas formas: la canción y el romance. Los temas del tiempo y la muerte se enmarcan en el alba, la noche, la ciudad andaluza y los paisajes lunares.



La muerte y la incompatibilidad moral del mundo gitano con la sociedad burguesa son los dos grandes temas del Romancero gitano. Destacan los procedimientos habituales de poesía de origen popular, y la influencia del compositor Manuel de Falla. No se trata de una obra folclórica; está basada en los tópicos con que se asocia lo gitano y andaluz. Lorca eleva al personaje gitano al rango de mito literario, como después hará también con el negro y el judío en Poeta en Nueva York. En el Romancero gitano emplea el romance, en sus variantes de novelesco, lírico y dramático; su lenguaje es una fusión de lo popular y lo culto.



Lorca escribe Poeta en Nueva York a partir de su experiencia en EEUU, donde vivió entre 1929 y 1930. Para Lorca la civilización moderna y la naturaleza son incompatibles. Su visión de Nueva York es de pesadilla y desolación, propia de un mal sueño. Para expresar la angustia y el ansia de comunicación que lo embargan, emplea las imágenes visionarias del lenguaje surrealista. Su libertad expresiva es máxima, aunque junto al verso libre se advierte el uso del verso medido (octosílabo, endecasílabo y alejandrino).



El Diván de Tamarit (1940) es un libro de poemas de atmósfera o sabor oriental, inspirado en las colecciones de la antigua poesía arábigo-andaluz. El tema central es el del amor sujeto a experiencias frustrantes y amargas; su lenguaje está muy próximo al de Poeta en Nueva York.



Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935) es una elegía de incontenible dolor y emoción que actúa de homenaje al torero sevillano que tanto apoyó a los poetas de la Generación del 27.



La obra poética de García Lorca se cierra con Seis poemas gallegos y la serie de once poemas amorosos titulada Sonetos del amor oscuro. Lorca siempre ha contado con el respeto y admiración incondicional de los poetas de generaciones posteriores a la Guerra Civil. Considerado un poeta maldito, su influencia se ha dejado sentir entre los poetas españoles del malditismo.



Libros de poesía



Impresiones y paisajes (1918)

Libro de poemas (1921)

Poema del cante jondo (1921)

Oda a Salvador Dalí (1926)

Romancero gitano (1928)

Poeta en Nueva York (1930)

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)

Seis poemas gallegos (1935)

Diván del Tamarit (1936)

Sonetos del amor oscuro (1936)



Teatro



El teatro de García Lorca es, con el de Valle-Inclán, el de mayor importancia escrito en castellano en el siglo XX. Es un teatro poético, en el sentido de que gira en torno a símbolos medulares —la sangre, el cuchillo o la rosa—, de que se desarrolla en espacios míticos o presenta un realismo trascendido, y de que, en fin, encara problemas sustanciales del existir. El lenguaje, aprendido en Valle-Inclán, es también poético. Sobre Lorca influyen también el drama modernista (de aquí deriva el uso del verso), el teatro lopesco (evidente, por ejemplo, en el empleo organizado de la canción popular), el calderoniano (desmesura trágica, sentido de la alegoría) y la tradición de los títeres. La producción dramática de Lorca puede ser agrupada en cuatro conjuntos: farsas, comedias «irrepresentables» (según el autor), tragedias y dramas.



Entre las farsas, escritas entre 1921 y 1928, destacan La zapatera prodigiosa, en la que el ambiente andaluz sirve de soporte al conflicto, cervantino, entre imaginación y realidad, y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, complejo ritual de iniciación al amor, que anuncia los «dramas irrepresentables» de 1930 y 1931: El público y Así que pasen cinco años, sus dos obras más herméticas, son una indagación en el hecho del teatro, la revolución y la presunta homosexualidad —la primera— y una exploración —la segunda— en la persona humana y en el sentido del vivir.



Consciente del éxito de los dramas rurales poéticos, Lorca elabora las tragedias Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934), conjugación de mito, poesía y sustancia real.



Los problemas humanos determinan los dramas. Así, el tema de la «solterona» española (Doña Rosita la soltera, 1935), o el de la represión de la mujer y la intolerancia en La casa de Bernarda Alba (1936), para muchos la obra maestra del autor.



Obras teatrales



Mariana Pineda (1927)

La zapatera prodigiosa (1930)

Retablillo de Don Cristóbal (1928)

El público (1930)

Así que pasen cinco años (1930)

Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933)

Bodas de sangre (1933)

Yerma (1934)

Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935)

La casa de Bernarda Alba (1936)

La fuerza de la sangre (inacabada) (1936)



Prosas biográficas

Mi pueblo y otros textos vegueros. Barcelona 2010

Perez Galdós (Un Canario)

Benito María de los Dolores Pérez Galdós[1] (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843 - Madrid, 4 de enero de 1920), conocido como Benito Pérez Galdós, fue un novelista, dramaturgo y cronista español. Se trata del mayor representante de la novela realista del siglo XIX en España, y uno de los más importantes escritores en lengua española.




Infancia y juventud

Galdós era el décimo hijo de un coronel del ejército, Sebastián Pérez, y de Dolores Galdós, una dama de fuerte carácter e hija de un antiguo secretario de la Inquisición. El padre inculcó en el hijo el gusto por las narraciones históricas contándole asiduamente historias de la Guerra de la Independencia, en la que había participado. Su imaginación fue desbordante ya desde muy joven. En 1852 ingresó en el Colegio de San Agustín, que aplicaba una pedagogía activa y bastante avanzada para la época, durante los años en que empezaban a divulgarse por España las polémicas teorías darwinistas, de lo cual hay ecos en obras suyas como, por ejemplo, Doña Perfecta.



Obtuvo Galdós el título de bachiller en Artes en 1862, en el Instituto de La Laguna, y empezó a colaborar en la prensa local con poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos. También se había destacado por su interés por el dibujo y la pintura. Después de la llegada de una prima suya a casa, el joven Galdós se trastornó emocionalmente y sus padres decidieron que se fuera a la capital a estudiar la carrera de Derecho.



Llegó a Madrid en septiembre de 1862, se matriculó en la universidad y tuvo por profesores a Fernando de Castro, Francisco de Paula Canalejas, Adolfo Camús y Valeriano Fernández y Francisco Chacón Oviedo. Allí también conoció al fundador de la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, que le alentó a escribir y le hizo sentir curiosidad por una filosofía, el krausismo, que marcaría fuertemente su primera novelística. Sin embargo, de momento se limitó a frecuentar los teatros y a crear con otros escritores paisanos suyos (Nicolás Estévanez, José Plácido Sansón, etcétera) la «Tertulia Canaria» en Madrid, mientras acudía a leer al Ateneo a los principales narradores europeos en inglés y francés. Allí, durante una conferencia de Leopoldo Alas «Clarín», traba amistad con el famoso crítico y novelista asturiano.



En 1865 asistió a los hechos de la Noche de San Daniel, que le impresionaron vivamente:



Presencié, confundido con la turba estudiantil, el escandaloso motín de la noche de San Daniel —10 de abril del 65—, y en la Puerta del Sol me alcanzaron algunos linternazos de la Guardia Veterana, y en el año siguiente, el 22 de junio, memorable por la sublevación de los sargentos en el cuartel de San Gil, desde la casa de huéspedes, calle del Olivo, en que yo moraba con otros amigos, pude apreciar los tremendos lances de aquella luctuosa jornada. Los cañonazos atronaban el aire... Madrid era un inferno.



B. Pérez Galdós, Memorias de un desmemoriado, cap. II.



Era un asiduo de los teatros y le impresionó especialmente la obra Venganza catalana, de Antonio García Gutiérrez. Ese mismo año empezó a escribir como redactor meritorio en los periódicos La Nación y El Debate, así como en la Revista del Movimiento Intelectual de Europa. Al año siguiente y en calidad de periodista, asiste al pronunciamiento de los sargentos del Cuartel de San Gil. Llevaba una vida cómoda, albergado primero por dos de sus hermanas y luego en casa de su sobrino, José Hurtado de Mendoza. Según nos lo pinta Ramón Pérez de Ayala y las fotografías confirman, era un descuidado en el vestir y se conformaba siempre con ir de tonos sombríos para pasar desapercibido. En invierno llevaba enrollada al cuello una bufanda de lana blanca, con un cabo colgando del pecho y otro a la espalda, un puro a medio fumar en la mano y, cuando estaba sentado, a los pies su perro alsaciano. Se cortaba el pelo al rape y padecía horribles migrañas.



Era proverbial su timidez, que le hacía ser más que parco en palabras y su aspecto manifestaba una modestia inverosímil, hasta el punto de sufrir al hablar en público. Entre sus dotes estaba el poseer una memoria visual portentosa y una retentiva increíble que le permitía recordar capítulos enteros del Quijote y detalles minúsculos de paisajes vistos solamente una vez veinticinco años antes. De ello nacía también su gran facilidad para el dibujo. Todas estas cualidades desarrollaron en él una de las facultades más importantes en un novelista, el poder de observación.



En 1867 hizo su primer viaje al extranjero, como corresponsal en París, para dar cuenta de la Exposición Universal. Volvió con las obras de Balzac y de Dickens y tradujo de éste, a partir de una traducción francesa, su obra más cervantina, Los papeles póstumos del Club Pickwick. Toda esta actividad supone su inasistencia a las clases de Derecho y le borran definitivamente de la matrícula en 1868. En ese mismo año, se produce la llamada revolución de 1868, en que cae la reina Isabel II. Cuando regresaba de su segundo viaje a París, y cuando volvía de Francia a Canarias en barco, vía Barcelona, y en la escala que el navío hizo en Alicante, se baja del vapor en la capital alicantina y marcha a Madrid a tiempo de ver la entrada del general Serrano y la de Prim. El año siguiente se encarga de hacer crónicas periodísticas sobre la elaboración de la nueva Constitución.



Las primeras obras



En 1870 publicó su primera novela, La Fontana de Oro, escrita entre 1867 y 1868, en parte durante uno de sus viajes a Francia, gracias al dinero de su tía. En realidad, en esa época la publicación de un libro se hacía gracias a la ayuda de los periódicos y de las revistas o corría a cuenta del autor. Esta obra, con los defectos de toda obra primeriza, bosqueja la situación ideológica de España durante el Trienio Constitucional (1820–1823).



La Sombra fue publicada en noviembre de 1870, por entregas, en La Revista de España. A pesar de que fue editada posteriormente a la La fontana de oro, los críticos ponen de relieve la posibilidad de que fuera redactada uno o dos años antes.



Los Episodios nacionales



En 1873 comenzó a publicar los Episodios nacionales (el título se lo sugirió su amigo José Luis Albareda), un intento de entender la memoria histórica reciente de los españoles, y donde se refleja la vida íntima de éstos en el siglo XIX, así como su contacto con los hechos de la historia nacional que marcaron el destino colectivo del país. Se trata de 46 episodios en cinco series de diez novelas cada una, salvo la última, que quedó inconclusa. Arrancan con la batalla de Trafalgar y concluyen con la Restauración borbónica en España.



La primera serie (1873–1875) trata de la Guerra de la Independencia (1808–1814) y tiene por protagonista a Gabriel Araceli, «que se dio a conocer como pillete de playa y terminó su existencia histórica como caballeroso y valiente oficial del ejército español» (Memorias de un desmemoriado, p. 202).



La segunda serie (1875–1879) trata de las luchas entre absolutistas y liberales hasta la muerte de Fernando VII en 1833. Su protagonista es el liberal Salvador Monsalud, que encarna, en gran parte, las ideas de Galdós y en quien «prevalece sobre lo heroico lo político, signo característico de aquellos turbados tiempos» (id.).



Tras un paréntesis de veinte años vuelve a escribir la tercera serie (1898–1900), tras recuperar los derechos sobre sus obras que detentaba su editor, con el que había pleiteado interminablemente. Esta serie cubre la Primera Guerra Carlista.



La cuarta serie (1902–1907) se desarrolla entre la Revolución de 1848 y la caída de Isabel II en 1868. La quinta (1907–1912), incompleta, acaba con la Restauración de Alfonso XII.



Este conjunto novelístico constituye una de las obras más importantes de la literatura española de todos los tiempos y ejerció un influjo considerable en la trayectoria de la novela histórica española. El punto de vista adoptado es vario y multiforme, y se inicia con la perspectiva de un joven chico que se ve envuelto en los hechos más importantes de su época mientras lucha por su amada. La evolución ideológica de Galdós es perceptible desde el aliento épico de la primera serie hasta el amargo escepticismo final, pasando por la radicalización política y agresividad socialista-anarquista de las series tercera y cuarta.



Madurez



En 1876 se publicó Doña Perfecta, una novela contra la intolerancia ideológica asentada en una imaginaria ciudad mesetaria, Orbajosa, semejante a la Ficóbriga de Gloria, su siguiente novela (1877). Pese a las oposiciones que suscitó la obra entre los neos, o neocatólicos, Galdós fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1889.



Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas(...). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos



Fragmento del discurso leído por Pérez Galdós ante la Real Academia Española

Galdós asistía con regularidad al viejo Ateneo de la Calle de la Montera y trabó amistad con personajes de ideología nada afín a la suya, pues era hombre poco inclinado a fanatismos ideológicos. Así, se hizo un gran amigo de José María de Pereda, de Antonio Cánovas del Castillo, de Francisco Silvela y de Marcelino Menéndez Pelayo. También frecuentaba las tertulias del Café inglés, de la Iberia y del viejo Café de Levante. Hizo viajes por Francia, Inglaterra e Italia varias veces, pero por su amistad con Pereda se aficionó a Santander (Cantabria), ciudad a la que estuvo estrechamente vinculado y donde tomó la costumbre de veranear en El Sardinero junto a Pereda y Menéndez Pelayo. Allí se construyó su célebre casa de San Quintín. También gustaba de visitar Toledo, ciudad por la que sentía una gran predilección y a la que hizo escenario de algunas de sus novelas, como Ángel Guerra. En 1884 viajó a Portugal en compañía de su amigo Pereda.



Influencias de la amistad le regalaron el acta de diputado por Puerto Rico (1885) y asistió a las cortes en la legislatura del año siguiente sin apenas despegar los labios: el Congreso fue para él un nuevo observatorio desde el que analizar «la sociedad española como materia novelable», que sería el título de su futuro discurso de ingreso en la Real Academia. De 1886 a 1890 se comprometió poco activamente en política, ya que era diputado por el partido de Sagasta.



El 15 de marzo de 1891 la gran actriz María Guerrero estrenó Realidad, con el papel de Augusta. Esa noche la recordó Galdós como «solemne, inolvidable para mí» en sus Memorias. El buen éxito de la obra y la insistencia de Mario y María Guerrero le movieron a estrenar al año siguiente La loca de la casa, pero hubo que reducirla porque era muy extensa, y cambiar el final, entre otras modificaciones en las cuales se contó con la ayuda de José Echegaray, que asistió a los ensayos. Siguió La de San Quintín, estrenada el 25 de enero de 1893 y el éxito más resonante que hasta entonces obtuvo Galdós en el teatro, durando en cartel cincuenta noches.



Un laudo arbitral de 1897 independizó a Galdós de su primer editor, Miguel Honorio de la Cámara, y se dividió todo en dos partes, de lo que resultó que Galdós, en veinte años de gestión conjunta, había recibido unas 80.000 pesetas más de lo que le correspondía. Después se averiguó que De la Cámara no había sido del todo legal respecto al número y fecha de las ediciones de sus obras, de suerte que a Galdós le quedó en suma un déficit de 100.000 pesetas en ese trato. Sin embargo, quedó en su propiedad el cincuenta por ciento del fondo de sus libros que quedaba en espera de venta, 60.000 ejemplares en total. Para librarse de ellos abrió el escritor una casa editorial con el nombre de "Obras de Pérez Galdós" en la calle Hortaleza (número 132 bajo, hoy 104). Ansioso por recuperar el terreno perdido, comenzó a anunciar sus ediciones de Doña Perfecta y El abuelo. Continuó esta actividad editorial hasta 1904, año en que, cansado, firmó un contrato de edición con la Editorial Hernando.



Vida sentimental



La vida sentimental de Galdós no ha sido muy estudiada, en parte por la discreción que le envolvió en tales asuntos y de la que hizo gala incluso en sus estudiadamente anodinas Memorias de un desmemoriado, que parecen escritas casi para desalentar empeños biográficos ulteriores, en forma más bien de diario de viajes. El caso es que permaneció soltero, si bien fue asiduo cliente de amores mercenarios y tuvo una hija natural en 1891 de una madre que se suicidó posteriormente, Lorenza Cobián. También se conoce bien su relación con la actriz Concha Morell y con la novelista Emilia Pardo Bazán.



Últimos años



Durante sus últimos años se consagró fundamentalmente al teatro, para el que entregó 22 piezas, sin contar multitud de obras de juventud que (a excepción de la llamada Un joven de provecho) hoy se han perdido, ni Antón Caballero, que no llegó a terminar. Algunas de ellas eran adaptaciones de sus novelas, cuya evolución le iba reclamando además la forma dialogada. En esta época empieza a aparecer el espiritualismo europeo en su obra, cuando Galdós empieza además a sentir un gran interés por la obra de León Tolstói. También en la última parte de su vida padeció las consecuencias de sus descuidos económicos y su tendencia a endeudarse de forma continua. Según el testimonio de Ramón Pérez de Ayala:



En una ocasión don Gabino Pérez, su editor, le quiso comprar en firme sus derechos literarios de las dos primeras series de los Episodios nacionales por quinientas mil pesetas, una fortuna entonces. Don Benito replicó: «Don Gabino, ¿vendería usted un hijo?». Y, sin embargo, don Benito no sólo no disponía jamás de un cuarto, sino que había contraído deudas enormes. Las flaquezas con el pecado del amor son pesadas gabelas. Pero éste no era el único agujero por donde el diablo le llevaba los caudales, sino, además, su dadivosidad irrefrenable, de que luego hablaré. En sus apuros perennes acudía, como tantas otras víctimas, al usurero. Era cliente y vaca lechera de todos los usureros y usureras matritenses, a quienes, como se supone, había estudiado y cabalmente conocía en la propia salsa y medio típico, con todas sus tretas y sórdida voracidad. ¡Qué admirable cáncer social para un novelista! (Léase su Fortunata y Jacinta y la serie de los Torquemadas). Cuando uno de los untuosos y quejumbrosos prestamistas le presentaba a la firma uno de los recibos diabólicos en que una entrega en mano de cinco mil pesetas se convierte, por arte de encantamiento, con carácter de documento ejecutivo o pagaré al plazo de un año, en una deuda imaginaria de cincuenta mil pesetas, don Benito tapaba con la mano izquierda el texto, sin querer leerlo, y firmaba resignadamente. Los intereses de la deuda ficticia así contraídos le llevaban casi todo lo que don Benito debía recibir por liquidaciones mensuales de la venta de sus libros. Muy pocos años antes de la muerte de don Benito, un periodista averiguó por esto su precaria situación económica y la hizo pública, con que se suscitó un movimiento general de vergüenza, simpatía y piedad(...). A principios de mes acudían a casa de don Benito, o bien le acechaban en las acostumbradas calles, atajándole al paso, copiosa y pintoresca colección de pobres gentes, dejadas de la mano de Dios; pertenecían a ambos sexos y las más diversas edades, muchos de ellos de semblante y guisa asaz sospechosos; todos, de vida calamitosa, ya en lo físico, ya en lo moral, personajes cuyas cuitas no dejaba de escuchar evangélicamente(...). Don Benito se llevaba sin cesar la mano izquierda al bolsillo interno de la chaqueta, sacaba esos papelitos mágicos denominados billetes de banco, que para él no tenían valor ninguno sino para ese único fin, y los iba aventando.



Ramón Pérez de Ayala, «Más sobre Galdós», en Divagaciones literarias, Madrid: Biblioteca Nueva, 1958, pp. 162–163.

Para conocer bien España se dedicó a recorrerla en coches de ferrocarril de tercera clase, codeándose con los míseros y hospedándose en posadas y hostales de mala muerte.



Se levantaba con el sol y escribía regularmente hasta las diez de la mañana a lápiz, porque la pluma le hacía perder el tiempo. Después salía a pasear por Madrid a espiar conversaciones ajenas (de ahí la enorme frescura y variedad de sus diálogos) y a observar detalles para sus novelas. No bebía, pero fumaba sin cesar cigarros de hoja. A primera tarde leía en español, inglés o francés; prefería los clásicos ingleses, castellanos y griegos, en particular Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega y Eurípides, a los que se conocía al dedillo. En su madurez empezó a frecuentar a León Tolstói. Después volvía a sus paseatas como no hubiera un concierto, pues adoraba la música y durante mucho tiempo hizo crítica musical. Se acostaba con las gallinas y casi nunca iba al teatro. Cada trimestre acuñaba un volumen de trescientas páginas.



Ingresó en la Real Academia Española en 1889, contestándole Menéndez Pelayo. A los pocos días le correspondió a él contestar al discurso de su gran amigo José María de Pereda. En 1890 y 1891 fue reelegido diputado por Puerto Rico. Habiéndose unido a las fuerzas políticas republicanas, Madrid lo eligió representante en las Cortes de 1907. En 1909 fue jefe, junto a Pablo Iglesias, de la coalición republicano-socialista, pero él, que «no se sentía político», se apartó enseguida de las luchas «por el acta y la farsa» y se dedicó de nuevo a la novela y al teatro.



En 1919 se realizó una escultura suya, reconociendo su éxito en vida. A pesar de su ceguera, pidió ser alzado para palpar la obra y lloró emocionado al comprobar la fidelidad de la escultura. Cargado de laureles, el indiscutido gran novelista español del siglo XIX murió en su casa de la calle Hilarión Eslava de Madrid el 4 de enero de 1920. El día de su entierro, unos 20.000 madrileños acompañaron su ataúd hacia el cementerio de la Almudena (zona antigua, cuartel 2B, manzana 3, letra A).



Obras

De su muy amplia producción literaria podemos citar las siguientes obras:



En Doña Perfecta se hace el estudio de una ciudad imaginaria, Orbajosa, anclada en una tradición cerril de inmovilismo. Al llegar el ingenuo ingeniero progresista Pepe Rey para casarse con la hija de la mujer que da título al libro, doña Perfecta, comienza una serie de intrigas en que crecientemente se empieza a desacreditar al ingeniero por parte del sector reaccionario y el clero de la ciudad. La obra termina trágicamente.

En Marianela, Galdós construye una sólida narración en torno al pobre personaje huérfano que le da título, deforme y enamorada del joven burgués ciego conocido como Pablo al que sirve de lazarillo y al que la ciencia le hace recobrar la vista, en el ambiente de un pueblo minero. El final de la obra es trágico.

Fortunata y Jacinta, novela realista cuyo eje argumental es el enamoramiento de dos mujeres de diferentes clases sociales de un mismo hombre: Juan Santa Cruz, prototipo del hijo de familia acomodada. Jacinta, mujer de alta condición social, estéril, acaba casándose con Santa Cruz y adoptando al hijo que su marido ha tenido con Fortunata, de baja condición. Uno de los personajes secundarios de esta novela, el usurero Torquemada, protagonizó otras cuatro obras (Torquemada en la hoguera, Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio, Torquemada y San Pedro).

Cabría agrupar varias novelas unidas por la problemática religiosa. Si en Doña Perfecta Galdós se muestra anticlerical al modo de entonces y refleja un impactante panorama de la hostilidad provinciana conservadora a un recién venido de ideas modernas, en cambio, en Ángel Guerra y, sobre todo, en Nazarín, se advierte que no hay en él irreligiosidad, sino al contrario, un profundo sentir cristiano, disconforme con los compromisos temporales y sociales de los hombres de la Iglesia.

También hay que destacar Miau, que es la pequeña epopeya del cesante, del funcionario de Hacienda que, dejado en la calle por un cambio ministerial, se alimenta de la esperanza, mientras detrás de él su inconsciente familia trata de mantener las apariencias de la «gente bien». Por otro lado, Misericordia nos sumerge en los estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con la gente acomodada pero venida a menos. En ella encontramos una espléndida pareja de figuras: el moro ciego Almudena y la criada Benina, que representa la exaltación de la caridad. Otras novelas suyas son Tormento, relato del conflicto entre la imaginación y la realidad, entre la libertad de elegir el propio destino y las resistencias del ambiente a permitirlo, y, finalmente, La desheredada.

Galdós ensayó también el teatro, insistiendo a veces en temas ya tocados en sus novelas, como El abuelo. En su momento algunas de sus composiciones teatrales fueron muy celebradas.



Fórmulas narrativas



Galdós empezó cultivando una novela de tesis en que los personajes aparecían cortados por un patrón maniqueo, que los dividía entre reaccionarios y liberales. Después empezó a interesarse por los aspectos más costumbristas y por facetas más espirituales e intentó describir la burguesía española de su época y buscar sus orígenes en la historia reciente, mediante el uso de la novela histórica. También ensayó otras fórmulas narrativas, como la novela dialogada.



Estilo



Galdós poseía una especial sensibilidad por el lenguaje popular; Baroja decía de él que «sabía hacer hablar» al pueblo. Consciente de esta gran virtud, suele utilizar muy a menudo el diálogo e incluso llega a ensayar novelas absolutamente dialogadas.



Su estilo busca la naturalidad y rehúye cualquier artificio retórico a fin de ofrecer, según postulados estéticos realistas, la visión más directa posible de lo que pretende expresar. Cuando narra su estilo es transparente, académico, pero siempre castizo; se trasluce sin embargo el humor y la ironía. En los diálogos, el lenguaje se impregna frecuentemente de términos corrientes e incluso vulgares y en alguna ocasión el narrador canario, víctima de ese frenesí costumbrista, llega a mostrar un poco ridículos e infantiles a los personajes que describe. Es frecuente en él un humor piadosamente irónico de sesgo cervantino (Galdós fue un gran lector del Quijote).



Galdós fue uno de los más firmes candidatos al Premio Nobel de Literatura de 1912, pero una campaña por parte de sus enemigos políticos disuadió a la Academia Sueca de galardonarlo. Trazos de esto se ven en los Episodios nacionales escritos desde entonces, que destilan un cierto tono anticlerical.



Producción literaria



Novelas de tesis



La sombra (1870)

La Fontana de Oro (1870)

El audaz (1871)

Doña Perfecta (1876)

Gloria (1877)

La familia de León Roch (1878)

Marianela (1878)



Novelas españolas contemporáneas



La desheredada (1881)

El doctor Centeno (1883)

Tormento (1884)

La de Bringas (1884)

El amigo Manso (1882)

Lo prohibido (1884–85)

Fortunata y Jacinta (1886–87)

Celín, Trompiquillos y Theros (1887)

Miau (1888)

La incógnita (1889)

Torquemada en la hoguera (1889)

Realidad (1889)



Novelas espirituales



Ángel Guerra (1890–91)

Tristana (1892)

La loca de la casa (1892)

Torquemada en la cruz (1893)

Torquemada en el purgatorio (1894)

Torquemada y San Pedro (1895)

Nazarín (1895)

Halma (1895)

Misericordia (1897)

El abuelo (1897)

La estafeta romántica (1899)

Casandra (1905)

El caballero encantado (1909)

La razón de la sinrazón (1909)



Episodios nacionales



TeatroQuien mal hace, bien no espere (1861, perdida)

La expulsión de los moriscos (1865, perdida)

Un joven de provecho (1867?, publicada en 1936)

Realidad (1892)

La loca de la casa (1893)

Gerona (1893)

La de San Quintín (1894)

Los condenados (1894)

Voluntad (1895)

La fiera (1896)

Doña Perfecta (1896)

Electra (1901)

Alma y Vida (1902)

Mariucha (1903)

El abuelo (1904)

Amor y ciencia (1905)

Bárbara (1905)

Zaragoza (1908)

Pedro Minio (1908)

Casandra (1910)

Celia en los infiernos (1913)

Alceste (1914)

Sor Simona (1915)

El tacaño Salomón (1916)

Santa Juana de Castilla (1918)

Antón Caballero (1921, inacabada)



Miscelánea



Crónicas de Portugal (1890)

Discurso de ingreso en la Real Academia Española (1897)

Memoranda, artículos y cuentos (1906)

La novela en el tranvía

Política española I (1923)

Política española II (1923)

Arte y crítica (1923)

Fisonomías sociales (1923)

Nuestro teatro (1923)

Cronicón 1883 a 1886 (1924)

Toledo. Su historia y su leyenda (1927)

Viajes y fantasías (1929)

Memorias (1930)



Obra inédita



Además de estos escritos, Alberto Ghiraldo publicó en 1923 un compendio de Obras inéditas en nueve volúmenes (Madrid, Renacimiento, 1923). A partir de este texto (volúmenes VI y VII) se publicó en 2003 El crimen de la calle Fuencarral. El crimen del cura Galeote, editado y prologado por el escritor Rafael Reig en la editorial Lengua de Trapo. El crimen de la calle Fuencarral fue un tema «estrella» en el verano de 1888, iniciando un período de amarillismo en la prensa que alcanzaría su auge hacia el 98, coincidiendo con la Guerra de Cuba. Rafael Reig indica que estos relatos, que se recogieron de cartas enviadas al diario argentino La Prensa, son comparables a la escritura de Dashiell Hammett y colocan a este autor también como referente de un género literario poco frecuentado hasta entonces en la literatura española.

Diego Velazquez de Cuellar. (conquistador de cuba)

Diego Velázquez de Cuéllar (Cuéllar, 1465 – Santiago de Cuba, 1524), conquistador español, Adelantado y primer gobernador de la isla de Cuba desde 1511 hasta su muerte en 1524.




Biografía



Nació en Cuéllar (Segovia,España) hacia el año 1465, en el seno de una de las más nobles familias de aquella villa. Como buen hidalgo, pronto irrumpió en la carrera militar y luchó en Nápoles encuadrado en los Tercios del Gran Capitán, pero su gloria le llegaría después.



Marchó a las Indias en 1493, en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Contó con el apoyo del obispo Rodríguez de Fonseca y colaboró con el gobernador Nicolás de Ovando (1501–1509) en la pacificación de la isla La Española.



El nuevo gobernador Diego Colón (1509–1515), hijo de Cristóbal Colón, le puso al frente de una expedición para conquistar y poblar Cuba en 1511, primero como capitán y más tarde como primer gobernador de la isla. Obtuvo también de Diego Colón el título de Adelantado de la isla. Y en 1511 fundó Baracoa, la primera ciudad española en Cuba.



Patrocinó la expedición de Francisco Hernández de Córdoba a Yucatán a principios del año 1517 y, al año siguiente, la de Juan de Grijalva y Pedro de Alvarado a las costas de México. El regreso de Grijalva con oro y noticias acerca de la exuberancia de las culturas maya y mexica avivaron la codicia de Velázquez, y a finales de 1518 formó una nueva empresa con Hernán Cortés para organizar una expedición a Culúa, en la que Velázquez era el armador y Cortés el capitán general, pero pronto surgieron desavenencias entre ellos.



Tras la partida clandestina de Cortés, envió una expedición al mando de Pánfilo de Narváez para detenerlo, pero fracasó éste tras la victoria de Cortés (que había traicionado a Velázquez) en Zempoala y la prisión de Narváez en 1520.



Velázquez nunca cejó en su lucha contra Cortés, considerándole un traidor a sus órdenes e intereses. Más tarde, en 1524, incitó a uno de los lugartenientes de Cortés, Cristóbal de Olid, a rebelarse contra aquel en Honduras, cosa que logró y que le costó la vida a Olid.



Diego Velázquez estuvo casado con María de Cuéllar, de su misma naturaleza, hija del contador Cristóbal de Cuéllar. Poco duró el matrimonio, pues ella falleció una semana después de contraer matrimonio.



Velázquez murió en la noche del 11 al 12 de junio de 1524 en su casona de Santiago de Cuba, que aún se mantiene en pie. Al morir dejó, entre sus propiedades: 19 estancias, 3.000 cerdos y 1.000 reses

Vasco Nuñez de Balboa

Vasco Núñez de Balboa (Jerez de los Caballeros, 1475 - Acla, 15 de enero de 1519) fue un explorador, gobernante y conquistador español. Fue el primer europeo en divisar el Océano Pacífico desde su costa oriental y el primer europeo en fundar una ciudad permanente en tierras continentales americanas.




Su comienzoEra descendiente de los señores del castillo de Balboa, cerca de Villafranca, en la actual León. Se cree que su padre fue el hidalgo Nuño Arias de Balboa, pero sobre quién fue su madre hay más dudas (podría haber sido una mujer de La Antigua, de cuyo valle parecía proceder directamente también don Nuño Arias de Balboa, o tal vez una dama de Extremadura de la que se desconocen más datos). Tampoco se conoce con certeza nada de su infancia. Durante su adolescencia sirvió como paje y escudero de Pedro de Portocarrero, señor de Moguer. En 1500, motivado por su señor con las noticias de los viajes de Cristóbal Colón hacia el Nuevo Mundo, decidió emprender su primer viaje a América dentro de la expedición de Rodrigo de Bastidas. En 1501 recorrió las costas del Mar Caribe desde el este de Panamá, pasando por el golfo de Urabá, hasta el cabo de la Vela, correspondientes a la actual Colombia. Con las ganancias que produjo dicha campaña, se retiró a La Española en 1502, donde compró una propiedad, y allí

residió varios años ocupándose de la agricultura. Pero no tuvo suerte en ella, y comenzó a endeudarse; finalmente, se vio obligado a abandonarla.



En 1508, el rey Fernando el Católico sometió a concurso la conquista de Tierra Firme. Se crearon dos nuevas gobernaciones en las tierras comprendidas entre los cabos de la Vela (actual Colombia) y de Gracias a Dios (actualmente en la frontera entre Honduras y Nicaragua). Se tomó el golfo de Urabá como límite de ambas gobernaciones: Nueva Andalucía al este, gobernada por Alonso de Ojeda, y Veragua al oeste, gobernada por Diego de Nicuesa.



En 1509, queriendo librarse de sus acreedores en Santo Domingo, Núñez de Balboa se embarcó como polizón (dentro de un barril y junto con su perro Leoncico) en la expedición comandada por el bachiller y Alcalde Mayor de Nueva Andalucía Martín Fernández de Enciso que salió a socorrer al gobernador Alonso de Ojeda, quien era su superior. Ojeda junto con setenta hombres, había fundado el poblado de San Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía. Sin embargo, cerca del establecimiento existían muchos indígenas belicosos que usaban armas venenosas, y Ojeda había quedado herido de una pierna. Poco después, Ojeda se retiró en un barco a La Española, dejando el establecimiento a cargo de Francisco Pizarro, que en ese momento no era más que un valiente soldado en espera de que llegara la expedición de Enciso. Ojeda le pidió a Pizarro que se mantuviera con unos pocos hombres por cincuenta días en el poblado, o que de contrario usara todos los medios para regresar a La Española.



Antes de llegar la expedición a San Sebastián de Urabá, Fernández de Enciso descubrió a Núñez de Balboa a bordo del barco y lo amenazó con dejarlo en la primera isla desierta que se encontrara. Pero el bachiller quedó convencido de la utilidad que tenían los conocimientos de Núñez de Balboa en aquella región, que había explorado ocho años atrás, sumado a los pedidos de la tripulación de que no cometiera ese acto, por lo que no le quedó más remedio que perdonar su vida y mantenerlo a bordo. De hecho, ambos se pusieron de acuerdo para eliminar a Nicuesa de la gobernación de Veragua.



La fundación de Santa María la Antigua del Darién.



Pasados los cincuenta días, Pizarro comenzó a movilizarse para regresar a La Española, cuando justamente llegó la embarcación de Fernández de Enciso. Núñez de Balboa había adquirido popularidad entre sus compañeros gracias a su carisma y a su conocimiento del territorio. En cambio, con Fernández de Enciso era más apreciable el disgusto entre los hombres, ya que el bachiller, usando sus facultades como Alcalde Mayor ordenó el regreso a San Sebastián, cuando la mayor sorpresa era que el poblado estaba totalmente destruido, sumado a que los indígenas los esperaban y comenzaron a atacar sin descanso.



Debido a lo peligroso del territorio, Núñez de Balboa sugirió que el poblado de San Sebastián fuera trasladado hacia la región del Darién, al oeste del golfo de Urabá, donde la tierra era más fértil y habitaban indígenas menos belicosos. Fernández de Enciso tomó con seriedad dicha sugerencia. Más tarde, el regimiento se trasladó a Darién, donde los esperaba el cacique Cémaco, junto con 500 combatientes prestos a la batalla. Los españoles, temerosos de la gran cantidad de combatientes, ofrecieron sus votos ante la Virgen de la Antigua, venerada en Sevilla, de que si resultaran victoriosos en la batalla darían su nombre a una población de la región. La batalla fue muy reñida para ambos bandos, pero por un golpe de suerte los españoles salieron victoriosos.



Cémaco, quien fue señor de la comarca, junto con sus combatientes, abandonó el pueblo hacia la selva del interior. Entonces los españoles decidieron saquear las casas y reunieron un gran botín consistente en alhajas de oro. A cambio, Núñez de Balboa hizo promesa del voto y fundó en septiembre de 1510 el primer establecimiento permanente en tierras continentales americanas, Santa María la Antigua del Darién.



Núñez de Balboa, Alcalde de Santa María



El triunfo de los españoles sobre los indígenas y la posterior fundación de Santa María la Antigua del Darién, situada ahora en un lugar relativamente calmo, dieron a Vasco Núñez de Balboa autoridad y consideración entre sus compañeros, hartos del Alcalde Mayor Fernández de Enciso, a quien calificaban de déspota y avaro por las restricciones que tomó contra el oro, que era objeto de codicia de los colonos.



Núñez de Balboa aprovechó la situación haciéndose vocero de los colonos disgustados, y usando la ley destituyó a Fernández de Enciso del cargo de gobernante de la ciudad, con una prueba contundente: siendo sustituto Ojeda estaba controlando un área que se encontraba en Veragua, al oeste del Golfo de Urabá (límite de las dos gobernaciones). Su mandato era ilegítimo porque el gobernante era Nicuesa y no Ojeda: Fernández de Enciso debía ser depuesto y arrestado. Luego de la destitución, se estableció un Cabildo abierto y se eligió un gobierno municipal (el primero en el continente americano) y se designaron dos alcaldes: Martín Samudio y Vasco Núñez de Balboa.



Poco después llegó a Santa María una flotilla encabezada por Rodrigo Enrique de Colmenares, que tenía como objetivo encontrar a Nicuesa, quien también estaba en aprietos en algún lado del norte de Panamá. Cuando supo de los hechos persuadió a los colonos de la ciudad de que debían someterse a la autoridad de Nicuesa, ya que se hallaban en su gobernación; Enrique de Colmenares invitó a dos representantes que el Cabildo nombraría para que viajaran con su flotilla y ofrecer a Nicuesa el control de la ciudad. Los dos representantes fueron Diego de Albites y Diego del Corral.



Núñez de Balboa, Gobernador de Veraguas



Enrique de Colmenares, encontró a Nicuesa bastante malherido y con pocos hombres cerca de Nombre de Dios, debido a una escaramuza que tuvo con indígenas de esa región; luego del rescate, el gobernador escuchó de las hazañas de Núñez de Balboa, del botín del cacique Cémaco y de la prosperidad que había en Santa María; Nicuesa respondió que habría castigos y despojos cuando asumiera el cargo en la ciudad, ya que consideró el acto de Núñez de Balboa como una intromisión de su autoridad en Veragua.



Los representantes de Santa María fueron persuadidos por Lope de Olano, que estaba encarcelado junto con varios presos descontentos, de que iban a cometer un error grave si entregaban el control a Nicuesa, que era calificado de avaro y cruel, y que era capaz de destruir la prosperidad de la ciudad. Con estas pruebas, de Albites y del Corral huyeron al Darién antes que Nicuesa llegara e informaron tanto a Núñez de Balboa como al resto de las autoridades municipales de las intenciones del gobernador.



Cuando Nicuesa llegó al puerto de la ciudad, apareció una muchedumbre y se desencadenó un tumulto, que impidió al gobernador desembarcar en la ciudad. Nicuesa insistió en ser recibido no ya en calidad de gobernador, sino como de un simple soldado, pero aún así los colonos se negaron a que desembarcara en la ciudad. En cambio, fue obligado a montarse sobre un barco en malas condiciones y pocas provisiones y fue dejado a la mar el 1 de marzo de 1511 y junto al ex-gobernador se le unieron 17 personas; el barco desapareció sin dejar rastro de Nicuesa y sus acompañantes, y así Núñez de Balboa obtuvo el cargo de gobernador de Veragua.



El conquistador



Núñez de Balboa obtuvo el cargo de gobernador después de la expulsión y posterior desaparición de Diego de Nicuesa, y con ello el mando absoluto de Santa María y Veragua. Una de sus primeras acciones era juzgar al bachiller Fernández de Enciso por el delito de usurpación de autoridad; fue condenado a la cárcel y sus bienes fueron confiscados, aunque posteriormente fue dejado en libertad a cambio de que volviera a La Española y después a España. En el mismo barco, iban acompañándolo dos representantes de Núñez de Balboa, que explicarían todos los sucesos de la colonia y tenían órdenes de petición de más hombres y suministros para proseguir con la conquista de Veragua.



Mientras, Núñez de Balboa comenzó a mostrar su faceta de conquistador embarcándose al oeste y recorriendo el istmo de Panamá, sometiendo a varias tribus indígenas y fortaleció su amistad con otras, intentando remontar ríos, montañas y pantanos malsanos en busca de oro, esclavos y ampliar sus dominios. También pudo aplacar revueltas de varios españoles que desafiaban su autoridad; su poder de fuerza, diplomacia y poder de concilio logró cierto respeto y temor entre los indígenas; irónicamente en una carta enviada al rey de España expresó que: «He ido adelante por guía y aun abriendo los caminos por mi mano».



Logró la siembra del maíz y recibió provisiones de La Española y de España, e hizo que sus soldados se habituaran a la vida de exploradores de tierras coloniales. Núñez de Balboa logró recoger mucho oro, sobre todo de los adornos de las mujeres indígenas y el resto obtenido por formas violentas. En 1513, escribió una extensa carta al rey de España en la que le solicitaba más hombres aclimatados en La Española, armas, provisiones, carpinteros para construir buques y los materiales necesarios para levantar un astillero. En 1515, en otra carta hablaba de su política humanitaria para con los indígenas y aconsejaba al mismo tiempo, que las tribus caníbales o temidas fueran castigadas con severidad extrema.



Durante finales de 1512 e inicios de 1513, llegó a una comarca donde dominaba el cacique Careta, lo dominó fácilmente y luego se hizo su amigo, recibiendo el bautismo y pactó alianza con Núñez de Balboa, asegurando la subsistencia de la colonia, ya que el cacique prometió ayudar a los españoles con alimentos. Núñez de Balboa prosiguió su conquista llegando a las tierras del vecino y rival de Careta, el cacique Ponca, y éste huyo de su comarca hacia las montañas, dejando sólo a los españoles y los indígenas aliados de Careta que saquearon y destruyeron las casas de la comarca. Poco después, fue hacia los dominios del cacique Comagre, territorio fértil pero muy salvaje, aunque cuando llegaron fueron recibidos pacíficamente a tal punto que fueron invitados a un agasajo; de igual manera Comagre fue bautizado.



Es en esta comarca donde Núñez de Balboa escucha por primera vez de la existencia de otro mar, todo esto por una disputa que hicieron los españoles con el poco oro que recibirían cada uno. Panquiaco, hijo mayor de Comagre, enojado por la avaricia de los españoles, tumbó la balanza que medía el oro y replicó: «Si tan ansiosos estáis de oro que abandonáis vuestra tierra para venir a inquietar la ajena, yo os mostraré una provincia donde podéis a manos llenas satisfacer ese deseo». Panquiaco relató de un reino al sur donde la gente era tan rica que utilizaban vajillas y utensilios en oro para comer y beber, y que necesitaban al menos mil hombres para vencer las tribus que habitaban tierra adentro y los que estaban en las costas del otro mar.



El descubrimiento del Mar del Sur



La noticia inesperada de un nuevo mar rico en oro fue tomada muy en cuenta por Núñez de Balboa. Decidió regresar a Santa María a comienzos de 1513 para disponer de más hombres provenientes de La Española, y fue ahí cuando se enteró que Fernández de Enciso había persuadido a las autoridades coloniales de lo ocurrido en Santa María; así, Núñez de Balboa envió a Enrique de Colmenares directamente a España para buscar ayuda, en vista que no hubo respuesta de parte de las autoridades de La Española.



Mientras en Santa María se organizaban expediciones en busca del famoso mar. Algunos recorrieron el río Atrato hasta diez leguas hacia el interior, sin ningún éxito. La respuesta de más hombres y suministros en España fue negada, porque el caso de Fernández de Enciso ya era conocido por la Corte española. Así, a Núñez de Balboa no le quedaba más remedio que emplear los pocos recursos que tenía en la ciudad para realizar el descubrimiento.



Usando varios informes dados por caciques indígenas amigos, Núñez de Balboa emprendió el viaje desde Santa María a través del istmo de Panamá el 1 de septiembre de 1513, junto con 190 españoles, algunos guías indígenas y una jauría de perros. Usando un pequeño bergantín y diez canoas indígenas recorrieron por mar y llegaron a las tierras del cacique Careta y el día 6 se internaron junto con un contingente de mil indígenas de Careta hacia las tierras de Ponca, que se había reorganizado; pero fue vencido, sometido e hizo alianza con Núñez de Balboa. Luego de varios días y uniéndose varios hombres de Ponca se remontaron a la espesa selva el día 20 y pasando con algunas dificultades llegaron el día 24 a las tierras del cacique Torecha, que dominaba el poblado de Cuarecuá. En este poblado se desencadenó una férrea y persistente batalla; Torecha fue vencido y muerto en combate. Así, los hombres de Torecha decidieron aliarse con Núñez de Balboa, aunque gran parte de la expedición estaba exhausta y malherida por el



combate y muchos de éstos decidieron hacer descanso en Cuarecuá.



Los pocos que siguieron a Núñez de Balboa se internaron a las cordilleras del río Chucunaque el día 25. Según informes de los indígenas, en la cima de esta cordillera se podía ver el mar, así que Núñez de Balboa se adelantó al resto de los expedicionarios, y antes del mediodía logró llegar a la cima y contemplar, lejos en el horizonte, las aguas del mar desconocido. La emoción fue tal que los demás se apresuraron a demostrar su alegría y felicidad por el descubrimiento logrado por Núñez de Balboa. El capellán de la expedición, el clérigo Andrés de Vera, logró entonar el Te Deum Laudamus, mientras que el resto de los hombres erigieron pirámides de piedras e intentaron con las espadas, grabar cruces e iniciales sobre la corteza de los árboles del lugar, dando fe que en ese sitio se había realizado el descubrimiento. Todo eso ocurrió el 25 de septiembre de 1513.



La posesión y conquista del Mar del Sur



Pasado el momento épico del descubrimiento, la expedición bajó de las cordilleras rumbo al mar llegando a las tierras del cacique Chiapes, hubo un breve combate pero fue vencido e invitado a participar de la expedición. De la comarca de Chiapes salieron tres grupos en busca de caminos que llegaran al mar; el grupo que lideraba Alonso Martín llegó a sus orillas dos días después, embarcándose en una canoa y dando fe que había navegado por primera vez dicho mar. De regreso avisó a Núñez de Balboa y éste marchó con 26 hombres que llegaron a la playa; Núñez de Balboa levantó sus manos, en una estaba su espada y en otra un estandarte el cual estaba pintada la Virgen María, entró al mar hasta las rodillas y tomó posesión del mar en nombre de los soberanos de Castilla.



Después de haber recorrido más de 110 kilómetros, bautizó al golfo donde estaban como San Miguel, porque fue descubierto el día de San Miguel Arcángel, 29 de septiembre y al nuevo mar como Mar del Sur, nombre dado entonces al Océano Pacífico, por el recorrido que tomó la exploración al llegar a dicho mar. Este hecho es considerado por la historia como el capítulo más importante de la conquista, después del descubrimiento de América.



Posteriormente, Balboa se quiso proponer la búsqueda de las comarcas ricas en oro. Así decidió recorrer las tierras de los caciques Coquera y Tumaco, Núñez de Balboa los venció fácilmente y tomando sus riquezas en oro y perlas, se enteró después que las perlas se producían en abundancia en unas islas donde regía Terarequí, un poderoso cacique que dominaba esa región. Así Núñez de Balboa decidió embarcarse en canoa hacia esas islas, a pesar que era el mes de octubre de 1513 y las condiciones climáticas no eran las mejores. Apenas logró divisar las islas, y llamó Isla Rica (hoy Isla del Rey) a la mayor de éstas; y a toda la región la llamó Archipiélago de las Perlas, cabe anotar este nombre aún lo posee en la actualidad.



En noviembre, Núñez de Balboa decide regresar a Santa María la Antigua del Darién pero usando una ruta diferente, para seguir conquistando territorios y obtener mayores riquezas con su botín. Atravesó las comarcas de Teoca, Pacra, Bugue Bugue, Bononaima y Chiorizo, venciéndolos algunos con fuerza y otros con diplomacia. Cuando llegó a los territorios del cacique Tubanamá, Núñez de Balboa tuvo que enfrentarlo con mucha violencia y lo logra vencer; en diciembre llega a las tierras del cacique Pocorosa en el golfo de San Blas, ya en el Caribe y luego se dirige a las tierras de Comagre, donde ya el cacique había muerto por la edad y su hijo Panquiaco era el nuevo cacique.



De ahí decidió atravesar las tierras de Ponca y Careta, para finalmente llegar a Santa María el 19 de enero de 1514, con un gran botín de artículos de algodón, más de 100 mil castellanos de oro, sin contar con la cantidad de perlas; pero esto no se comparaba con el descubrimiento de un nuevo mar para los españoles. Núñez de Balboa asigna a Pedro de Arbolancha para que viaje a España con la noticia del descubrimiento y envió una quinta parte de las riquezas obtenidas al rey, tal como lo establecían las leyes.





Disputas con Pedrarias



Las acusaciones del bachiller Fernández de Enciso, a quien Núñez de Balboa había despojado del poder, y la destitución y posterior desaparición de Nicuesa hicieron que el rey nombrara gobernador de la nueva provincia de Castilla de Oro a Pedro Arias de Ávila, mejor conocido como Pedrarias Dávila, quién después se destacó por su actitud sanguinaria y que sustituiría la gobernación de Veragua. Cuando de Arbolancha llegó, hizo que se calmaran un poco los ánimos y las peticiones de hombres que Balboa había hecho al monarca español las cumplió éste a través del nuevo gobernador, quien partió con una expedición de 1500 hombres y 17 naves, siendo la más numerosa y completa que había salido de España con destino a América.



En esta gran expedición lo acompañaron el licenciado Gaspar de Espinosa con el cargo de Alcalde Mayor, el mismo bachiller Fernández de Enciso ahora como Alguacil Mayor, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo que iba en calidad de oficial real; varios capitanes, entre ellos Juan de Ayora como lugarteniente de Pedrarias; varios clérigos entre los que resaltaba el fraile franciscano Juan de Quevedo asignado como obispo de Santa María; y finalmente venían mujeres entre las cuales estaba Isabel de Bobadilla, esposa de Pedrarias. Más de quinientos hombres murieron de hambre o víctimas del clima poco después de desembarcar en Darién. Fernández de Oviedo expresó que caballeros cubiertos de sedas y brocados, que se habían distinguido valerosamente en las guerras de Italia, morían de inanición consumidos por la naturaleza de la selva tropical.



Balboa recibió a Pedrarias junto con sus emisarios, en el mes de julio de 1514 y aceptó bastante resignado la sustitución del cargo de gobernador y Alcalde Mayor, esto causó algo de rabia entre los colonos y algunos ya pensaban en usar las armas para enfrentarlos, sin embargo Núñez de Balboa mostró su respeto con los nuevos emisarios coloniales.



Cuando Pedrarias tomó el cargo, Gaspar de Espinosa apresó a Núñez de Balboa y se le enjuició «en ausencia», dando como resultado el pago de una indemnización a Fernández de Enciso y a otros acusadores de parte de Núñez de Balboa y fue declarado inocente de la muerte de Nicuesa, por lo que fue liberado posteriormente.



Debido a la situación de sobrepoblación en Santa María, Pedrarias llamó a varios expedicionarios para buscar nuevos sitios para establecerse; Núñez de Balboa le pidió a Pedrarias para que pudiera realizar una expedición al Dabaibe, en la cuenca del Atrato; donde se rumoreaba que existía un templo con grandes riquezas; sin embargo, esta expedición fue un fracaso y Núñez de Balboa quedó herido por los constantes ataques de los indígenas de la región.



A pesar de esto, no detuvo las ambiciones de Núñez de Balboa de seguir recorriendo nuevamente el Mar del Sur, así que logró conseguir secretamente un contingente de hombres provenientes de Cuba y la embarcación que los traía se estableció en las afueras de Santa María, el encargado de la embarcación avisó a Balboa y dio a éste la cantidad de 70 castellanos. Pedrarias no tardó en darse cuenta de la presencia de la embarcación y furioso apresó a Núñez de Balboa, le quitó a los hombres que necesitaba y estaba dispuesto a encerrar al conquistador en una jaula de madera; sin embargo, el arzobispo de Quevedo apeló para que no cometiera tal castigo.



Por suerte, en esos días, la Corona española había reconocido el gran servicio de Núñez de Balboa, y el rey lo investía con el cargo de Adelantado del Mar del Sur y Gobernador de Panamá y Coiba; sumado a eso el rey recomendó a Pedrarias que guardara todas las consideraciones y que lo consultara de cualquier asunto relacionado a la conquista y el gobierno de Castilla de Oro. Esto motivó que Pedrarias absolviera a Núñez de Balboa por el asunto de la llegada clandestina de hombres para su campaña.



Ocaso y muerte



A partir de ese momento la rivalidad entre Núñez de Balboa y Pedrarias cesó de repente, en parte también por la acción tomada por el arzobispo de Quevedo junto con Isabel de Bobadilla para dar en matrimonio a una de las hijas de Pedrarias, María de Peñalosa, que se encontraba en España; así se dispuso el matrimonio y el arzobispo partió rumbo a España. Las relaciones amistosas con Pedrarias duraron apenas dos años y Núñez de Balboa comenzó a tratarlo con afecto paternal.



Núñez de Balboa quiso continuar la exploración del Mar del Sur, pero su suegro retardó en todo lo posible su partida. Como la oposición a este proyecto ya no era sostenible dentro de la aparente cordialidad que reinaba entre ambos, Pedrarias consintió que Núñez de Balboa llevara a cabo dicha expedición, dando licencia al conquistador para que explorara por un año y medio.



Así entre 1517 y 1518, Núñez de Balboa se trasladó a Acla con 300 hombres y logró preparar los materiales para hacer los barcos, haciendo uso de indígenas y esclavos africanos. Logró trasladarse hasta el río Balsas donde construyó cuatro navíos. Navegó 74 kilómetros por el Pacífico, recorriendo el archipiélago de las Perlas y luego las costas de Darién hasta Puerto Piñas, lugar donde existían muchas de estas frutas. Durante estas exploraciones escuchó acerca de un gran imperio que quedaban en las tierras al sur y de las grandes riquezas que ésta tenía, para poder viajar hasta esas tierras de riquezas ilimitadas regresó a Acla para continuar la construcción de embarcaciones más sólidas que lo pudieran examinar.



No obstante, al regreso Pedrarias le escribió cartas en términos cariñosos para que se presentara ante él con mucha urgencia, y Balboa accedió rápidamente. En mitad de camino se encontró con un grupo de hombres al mando de Francisco Pizarro, quien lo detuvo por orden del gobernador y fue acusado de traidor por intento de usurpación del poder contra Pedrarias y de tratar de crear un gobierno aparte en el Mar del Sur. Núñez de Balboa indignado, negó esta acusación y solicitó que se le enviara a La Española o a España para su juicio; pero Pedrarias, en conjunto con el alcalde de Espinosa, ordenaron que se ejecutara el juicio lo más pronto posible y que se abrió a mediados enero de 1519. Núñez de Balboa fue sentenciado por de Espinosa con la pena de muerte el 15 de enero e iba a ser decapitado junto con cuatro de sus amigos, Fernando de Argüello, Luis Botello, Hernán Muñoz y Andrés Valderrábano acusados de cómplices, en el poblado de Acla, como demostración que la conspiración tenía raíces en la colonia.



Núñez de Balboa fue conducido al patíbulo con sus amigos y la voz del pregonero que iba a cometer la ejecución dijo: «Ésta es la justicia que el Rey y su teniente Pedro Arias de Ávila mandan hacer contra este hombre por traidor y usurpador de los territorios de la Corona». Núñez de Balboa no pudo contener su indignación y respondió: «Mentira, mentira; nunca halló cabida en mí semejante crimen; he servido al Rey como leal, sin pensar sino en acrecentar sus dominios». Pedrarias observó la ejecución, oculto detrás de un tablado: un verdugo con un hacha consumó el castigo. Las cabezas de los decapitados permanecieron varios días expuestas en el pueblo, ante la curiosidad y temor de los habitantes. Se desconoce el destino de los restos de Núñez de Balboa, debido en parte a que los textos y crónicas no mencionan lo que ocurrió después de su ejecución.



Y fue así como Francisco Pizarro, al entregar a Nuñez de Balboa a su muerte, consiguió el apoyo de Pedrarias para la organización de la expedición que lo llevaría a la conquista del Perú, y Gaspar de Espinosa fue quien recorrió parte del Mar del Sur en los barcos que el mismo Núñez de Balboa mandó a construir. Luego en 1520, Fernando de Magallanes rebautizaría el mar como Océano Pacífico, por sus aparentemente calmas aguas.



Su legado



Actualmente, el nombre de Vasco Núñez de Balboa se le da a parques y avenidas de Panamá, e incluyen un monumento dedicado a su hazaña de la posesión del Mar del Sur; mirando hacia el Océano Pacífico, en su honor se ha bautizado la moneda oficial del país con la denominación balboa, apareciendo su rostro en el anverso de algunas monedas. Su nombre designa asimismo a uno de los principales puertos en el canal de Panamá y al distrito que abarca el Archipiélago de las Perlas, lugar que llegó a descubrir.



La máxima Orden otorgada por el gobierno panameño a personajes destacados y sobresalientes en el orden nacional e internacional fue establecida mediante la Ley 27 del 28 de enero de 1933, y dio en llamarse la Orden Vasco Núñez de Balboa con diversas denominaciones de grado.



En Madrid, España, su nombre también aparece en una calle y una estación subterránea del Metro.



En San Diego, California, su apellido lo lleva el Parque Balboa.

Patrimonio de la humanidad

Patrimonio de la humanidad




Cabe destacar que España es el segundo país del mundo tras Italia con más monumentos Patrimonio de la Humanidad. En la actualidad cuenta con 40 más los Pirineos que comparte con Francia.



1984 Parque Güell, Palacio Güell y Casa Milà (Barcelona)

1984 Monasterio y Real Sitio de El Escorial (Com. Madrid)

1984 Catedral de Burgos (Burgos)

1984 La Alhambra, El Generalife y Albaicín (Granada)

1984 Centro histórico de Córdoba (Córdoba)

1985 Monumentos de Oviedo y del Reino de Asturias (Asturias)

1985 Cueva de Altamira (Cantabria)

1985 Ciudad vieja de Segovia y su Acueducto (Segovia)

1985 Ciudad vieja de Santiago de Compostela (La Coruña)

1985 Ciudad vieja e iglesias extramuros de Ávila

1986, 2001 Arquitectura mudéjar de Aragón

1986 Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera (Santa Cruz de Tenerife)

1986 Ciudad vieja de Cáceres (Cáceres)

1986 Ciudad histórica de Toledo

1987 Catedral, Reales Alcázares y Archivo de Indias de Sevilla (Sevilla)

1988 Ciudad vieja de Salamanca

1991 Real Monasterio de Santa Maria de Poblet, (Tarragona)

1993 Conjunto arqueológico de Mérida (Badajoz)

1993 El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, (Cáceres)

1993 El Camino de Santiago de Compostela

1994 Parque Nacional de Doñana, (Cádiz, Huelva y Sevilla)

1996 Ciudad histórica fortificada de Cuenca (Cuenca)

1996 La Lonja de la seda de Valencia (Valencia)

1997 Palacio de la Música Catalana y Hospital de Sant Pau, (Barcelona)

1997 Las Médulas (León)

1997 Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca)

1997 Monasterios de San Millán de Suso y de Yuso, (La Rioja)

1998 Arte rupestre del Arco Mediterráneo de la península Ibérica

1998 Universidad y recinto histórico de Alcalá de Henares, (Madrid)

1999 Ibiza (Islas Baleares), biodiversidad y cultura

1999 San Cristóbal de La Laguna, en Tenerife (Santa Cruz de Tenerife)

2000 Sitio Arqueológico de Atapuerca, (Burgos)

2000 Palmeral de Elche, (Alicante)

2000 Iglesias románicas del Valle de Bohí, (Lérida)

2000 Muralla romana de Lugo (Lugo)

2000 Conjunto arqueológico de Tarragona (Tarragona)

2001 Misterio de Elche, (Alicante)

2001 Paisaje cultural de Aranjuez, (Madrid)

2003 Ciudades de Baeza y Úbeda, (Jaén)

2005 Portal de la Natividad de la Sagrada Familia y Cripta de la Colonia Güell, (Barcelona)

2006 Puente de Vizcaya, Portugalete - Guecho (Vizcaya)

2007 Parque nacional del Teide, Tenerife (Santa Cruz de Tenerife)

2009 Torre de Hércules, (La Coruña)