Gabriel de Castilla (descubridor antártida)


Gabriel de Castilla (Palencia, España alrededor de 1577 - Lima, alrededor de 1620), navegante y explorador español. Se le atribuye el descubrimiento, a comienzos del siglo XVII, de la MUG (Macro Unidad Geográfica) llamada actualmente Antártida o Antártica. Por razones políticas otras naciones tratan de asignar este descubrimiento a otros navegantes pero las navegaciones están documentadas y realmente no hay duda.

Su contribución al conocimiento geográfico antártico fue ignorada durante mucho tiempo y sólo en el último tercio del siglo XVIII comenzó a ser tenida en cuenta.

Zarpó de Valparaíso en marzo de 1603 al mando de tres naves: el galeón Jesús María, de 600 toneladas y 30 cañones; Nuestra Señora de la Visitación, que había pertenecido al corsario Richard Hawkins, y Nuestra Señora de las Mercedes, de 400 toneladas, en una expedición encomendada por su primo hermano el virrey del Perú, don Luis de Velasco y Castilla, para reprimir las incursiones de corsarios holandeses en los mares al sur de Chile.

Esa flotilla habría alcanzado los 64° de latitud sur. No se han hallado aún en archivos españoles documentos que confirmen la latitud alcanzada y las tierras avistadas; sin embargo, el relato del marinero holandés y ex miembro de la desastrosa expedición de Jakob Mahu, Laurenz Claesz (en un testimonio sin fecha, pero probablemente posterior a 1607), documenta la latitud y la época. Claesz declara:
[haber] navegado bajo el Almirante don Gabriel de Castilla con tres barcos a lo largo de las costas de Chile hacia Valparaiso, i desde allí hacia el estrecho, en el año de 1603; i estuvo en marzo en los 64 grados i allí tuvieron mucha nieve. En el siguiente mes de abril regresaron de nuevo a las costas de Chile.2
Esta latitud no sería sobrepasada sino hasta 1773 por el famoso navegante británico capitán James Cook, quien descendió hasta los 71° 10' de latitud sur.

Otro documento holandés, publicado en Ámsterdam en tres idiomas en 1622 afirma que a los 64º S hay tierra:
[...] muy alta y montañosa, cubierta de nieve, como el país de Noruega, toda blanca, que parecía extenderse hasta las islas Salomón.

Esto parece confirmar un avistamiento previo a la publicación.

Según otras fuentes, partió con el navío Buena Nueva que comandaba desde puertos del Cono Sur. De acuerdo con dichas fuentes, el relato de su viaje indica que en el verano austral de 1603 superó los 60º de latitud sur, y observó tierras montañosas cubiertas de nieve. Las coordenadas de sus descubrimientos indican que reconoció a las islas actualmente llamadas islas Shetland del Sur (a las que llamó, por su navío, "Islas de La Buena Nueva"), la parte septentrional de la península Antártica. Por las coordenadas que da y por la corografía (descripción de aspectos geográficos) que realiza es muy probable que hubiese llegado asimismo a las islas actualmente llamadas islas Melchior.

Otros historiadores atribuyen el primer avistaje de tierras antárticas al marino holandés Dirk Gerritsz, que habría encontrado las islas Shetland del Sur. Según su relato, su nave fue desviada de curso por una tormenta después de trasponer el estrecho de Magallanes, al regreso de una expedición de pillaje a la India, en 1599. Existen dudas sobre la veracidad del relato de Gerritsz

La Base Antártica Española Gabriel de Castilla situada en la isla Decepción (Islas Shetland del Sur), lleva su nombre. Fundada en el verano austral 1989-90, opera sólo en verano.



Benito Jerónimo Feijoo (Sabio y ensayista)


Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro (Casdemiro, Pereiro de Aguiar, 8 de octubre de 1676 – Oviedo, 26 de septiembre de 1764) fue un ensayista y polígrafo español. Considerado un gran sabio de su tiempo.

Nació en el seno de una familia hidalga del muy antiguo linaje de Feijoo, en el pazo de Casdemiro, parroquia de Santa María de Melias. Sus padres fueron D. Antonio Feijoo Montenegro y Sanjurjo y Da. María de Puga Sandoval Novoa y Feijoo. Cursó sus estudios primarios en el Real Colegio de San Esteban de Rivas de Sil. En 1690 ingresó en la Orden Benedictina, por lo cual debió renunciar a los derechos que le correspondían al mayorazgo de su casa.[1] Estudió en Salamanca y ganó por oposición una cátedra de Teología en la Universidad de Oviedo, en donde residió desde 1709 hasta el fin de sus días, si bien se había ordenado sacerdote en el Monasterio de San Julián de Samos (Lugo). Desde muy joven perteneció a la orden de San Benito de Nursia o benedictina y había dado clases en Galicia, en León y en Salamanca. Feijoo es considerado el primer ensayista de la literatura española y uno de los más famosos miembros (junto con Mayans) de la que es considerada la Primera Ilustración Española (desde 1737 hasta poco después de la muerte de Fernando VI), tras una primera etapa de pre-ilustración representada por los novatores: un grupo constituido fundamentalmente por médicos y cuyas obras se reimprimieron sin pausa a lo largo de todo el siglo XVIII.

Hasta 1725, Feijoo no comenzó a publicar sus obras, casi todas ellas colecciones de opúsculos polémicos que llamó discursos (de discurrir, esto es, disertar libremente), verdaderos ensayos si la libertad de su pensamiento hubiera sido absoluta. Su obra en este género está integrada, por una parte, por los ocho volúmenes (118 discursos), más uno adicional (suplemento) de su Teatro crítico universal, publicados entre 1726 y 1739 (el título teatro ha de entenderse con la acepción, hoy olvidada, de «panorama» o visión general de conjunto), y, por otra, por los cinco de las Cartas eruditas y curiosas (166 ensayos, más cortos), publicadas entre 1742 y 1760. A estas obras hay que agregar también un tomo extra de Adiciones que fue publicado en 1783 y su copiosa correspondencia privada, que continúa inédita hasta el día de hoy. Los temas sobre los que versan estas disertaciones son muy diversos, pero todos se hallan presididos por el vigoroso afán patriótico de acabar con toda superstición y su empeño en divulgar toda suerte de novedades científicas para erradicar lo que él llamaba «errores comunes», lo que hizo con toda dureza y determinación, como Christian Thomasius en Alemania, o Thomas Browne en Inglaterra. Se denominaba a sí mismo «ciudadano libre de la república de las letras», si bien sometía todos sus juicios a la ortodoxia católica, y poseía una incurable curiosidad, a la par que un estilo muy llano y atractivo, libre de los juegos de ingenio y las oscuridades postbarrocas, que abominaba, si bien se le deslizan frecuentemente los galicismos. Se mantenía al tanto de todas las novedades europeas en ciencias experimentales y humanas y las divulgaba en sus ensayos, pero rara vez se propuso teorizar reformas concretas en línea con su implícito progresismo. En cuestión de estética fue singularmente moderno (véase por ejemplo su artículo «El nosequé») y adelanta posturas que defenderá el Romanticismo, pero critica sin piedad las supersticiones que contradicen la razón, la experiencia empírica y la observación rigurosa y documentada.

Sus discursos suscitaron una auténtica tempestad de rechazos, protestas e impugnaciones, sobre todo entre los frailes tomistas y escolásticos. Las más importantes fueron las de Ignacio de Armesto Osorio, autor de un Teatro anticrítico (1735) en dos volúmenes, fray Francisco de Soto Marne, que publicó en su contra dos volúmenes de Reflexiones crítico-apologéticas en 1748; Salvador José Mañer, quien publicó un Antiteatro crítico (1729); Diego de Torres Villarroel y otros muchos. Le defendieron el doctor Martín Martínez y los padres Isla y Martín Sarmiento y el mismo rey Fernando VI, quien, por un real decreto de 1750, prohibió que se le atacara.

El padre Feijoo publicó asimismo otras obras menores: Apología del escepticismo médico (1725), Satisfacción al Escrupuloso (1727), Respuesta al discurso fisiológico-médico (1727), Ilustración apologética (1729), Suplemento del Teatro Crítico (1740) y Justa repulsa de inicuas acusaciones, como nota curiosa en el 4º tomo de sus Cartas Eruditas y Curiosas, la 20ª trata sobre el tratado de Augustin Calmet sobre vampiros.

Está enterrado en la iglesia de Santa María de la Corte (Oviedo).

Andrés Laguna (farmacólogo y botánico )


Andrés Laguna de Segovia (Segovia, 1499 - Guadalajara, 1559) fue un médico humanista español, especialmente dedicado a la farmacología y a la botánica médica.

Según Diego de Colmenares y otros historiadores, fue hijo de un médico judeoconverso. Estudió dos años de artes en Salamanca y se trasladó en 1530 a París, donde se graduó en artes y estudió Medicina. Se formó también en lenguas clásicas con helenistas y latinistas de prestigio para poder leer en lengua original a Dioscórides.

Recibió el influjo del Erasmismo. Regresó a España en 1536, impartiendo clases en las Universidades de Alcalá y Toledo, y el Emperador Carlos V le nombró médico personal. Luego viajó a Inglaterra, viviendo algunos años en los Países Bajos y haciendo herbolarios de todos los lugares a donde iba para comprobar las prescripciones de Dioscórides. Entre 1540 y 1545 residió en Metz, contratado como médico por la ciudad, y desde 1545 a 1554 permaneció en Italia, donde la universidad de Bolonia le nombró doctor y le honraron los papas Pablo III y Julio III, alcanzando a ser médico de este último pontífice. Estuvo hospedado en Venecia por el embajador español Diego Hurtado de Mendoza, humanista excelente y propietario de una nutrida biblioteca. Regresó a España a finales de 1557, tras otra larga estancia en los Países Bajos durante tres años; fue médico de Carlos I y Felipe II. Logró de este último que creara el Jardín botánico de Aranjuez. Falleció, seguramente en Guadalajara, en 1559. Está enterrado en la capilla de Santa Bárbara de la iglesia de San Miguel, en Segovia. Hay un árbol, la lagunaria, vulgarmente "pica-pica", bautizado así en su honor.

Hizo numerosas traducciones y comentarios, como Las cuatro elegantísimas y gravísimas oraciones de Cicerón contra Catilina, el Pedazio Dioscórides Anazarbeo, Amberes, 1555, cuyos comentarios duplican la extensión del original y se considera su obra científica más importante; los Diálogos de Luciano de Samosata; De Mundo y De las Virtudes de Aristóteles; Historia Filosófica de Galeno.
Obras originales son Discurso breve sobre la cura y preservación de la peste, donde afirma que "no hay instrumento más apto que el médico para introducir la pestilencia por todas partes" y propone la formación de un cuerpo de médicos especializado en esta enfermedad. Andrés Laguna había tratado a enfermos de peste en el Ducado de Lorena con una infusión realizada a base de camaleón blanco, aunque también recomendó el camaleón negro. Recomienda asimismo la aplicación de suero de leche en ayunas, agua con sal y vinagre y prohíbe los baños calientes; siguió practicando la incisión así como el uso de gemas y piedras preciosas; el Método de Anatomía, Sobre la vida de Galeno, Tratado de pesos y medidas medicinales; Abecedario de los Dogmas o sentencias de Galeno sobre Hipócrates; Europa heautentimorumene es decir, que míseramente a sí misma se atormenta y lamenta su propia desgracia discurso publicado en 1543, a los pocos días de su lectura en la Facultad de Artes de Colonia, en la imprenta de Johann von Aachen (Colonia). El autor se olvidó de esta famosa oratio y no la volvió a reeditar, pero en ella se adelanta a pensadores como Montaigne, Descartes, Montesquieu y Voltaire en fraguar la idea moderna de civilización europea opuesta a la barbarie: neutralidad religiosa, secularización del orden y de la acción pública, principios idénticos de moral social y personal etc. Es un discurso pacifista al modo de la Querela pacis de Erasmo de Rotterdam. Marcel Bataillon le cree autor del Viaje de Turquía (1557), obra atribuida también a Cristóbal de Villalón, Francisco Delicado, o Juan de Ulloa Pereira, y que es un diálogo entre tres personajes: Juan de Voto a Dios, Mátalascallando y Pedro de Urdemalas, que cuenta las costumbres de los turcos en época de Solimán el Magnífico, y le sirve al autor para criticar las costumbres contemporáneas al modo erasmista. Publicó más de treinta obras.

Diego Manuel de Argumosa y Obregón (médico)


Diego Manuel de Argumosa y Obregón (Villapresente, Cantabria, 7 de julio de 1792 - Torrelavega, 23 de abril de 1865) fue un médico español que llegó a ocupar la cátedra de Cirugía en la facultad de Medicina de la Universidad de Madrid.

Distinguido como «El restaurador de la Cirugía Española», se caracterizó por ser un gran innovador en el campo de la ciencia médica, destacando por realizar el primer ensayo clínico e impulsar el uso de la anestesia en España, introduciendo el éter en 1847.

Obtuvo gran experiencia y conocimientos como médico durante la Guerra de la Independencia, atendiendo a los heridos en el Hospital de San Rafael de Santander. Buen estudiante, mejor profesional, con dotes de poeta y filósofo,6 su fuerte carácter le trajo no pocos problemas políticos y académicos. Intervino como científico en el famoso episodio conocido como «Las llagas de sor Patrocinio».

También destacó en su faceta política. Liberal e isabelino, ingresó en el Partido Progresista, con el que llegó a ser segundo alcalde de Madrid y diputado por la provincia de Madrid durante los años 1836 y 1837.8 9 Fue nombrado médico de cámara de la reina Isabel II, cargo que nunca llegó a ejercer, por voluntad propia.

De carácter generoso, muchos de los ingresos y remuneraciones que obtuvo, tanto por su faceta política como médica, fueron destinados a obras sociales, destacando los 2000 reales para equipar y vestir a las tropas españolas, embarcadas en guerras coloniales.

Durante la Guerra de la Independencia estuvo enrolado en el Batallón Tercero de Tiradores de Cantabria,8 y ejerció como practicante en la Sección Militar del Hospital de San Rafael de Santander —actual sede del Parlamento de Cantabria—4 atendiendo a los heridos españoles que luchaban contra el ejército napoleónico.12 También acompañó a las tropas en sus marchas por las montañas, razón por la que se le deformaron los pies y le quedó una cojera de por vida.11
Al acabar la contienda, en 1814, obtuvo el título de bachiller por la Universidad de Alcalá, ingresó después en el Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid —actual edificio del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía—,13 y se licenció en Cirugía Médica. En 1820 obtuvo el título de doctor con su tesis titulada De prognosis in febribus acutis. Después de aprobar en 1821 la oposición de Catedrático supernumerario de Cirugía, ejerció como profesor interino en el Colegio de Cirugía de Burgos durante dos años; de regreso a Madrid obtuvo plaza como profesor de disección, compaginó esta actividad con sus estudios y el mantenimiento de su madre y hermanos, ya que su padre había sido desterrado a Londres por motivos políticos. Sin gran experiencia todavía en el magisterio, sus clases iniciales siguieron la línea marcada por el doctor Roche, cirujano francés y autor del libro Medicina y cirugía, que Argumosa tradujo al español en 1828.13 Como profesor de disección estuvo hasta 1829, cuando consiguió la Cátedra de Afectos Externos y Operaciones del Colegio de San Carlos;4 posteriormente se dedicó a la Clínica Quirúrgica.12 Además, en esos años, contrajo matrimonio con Micaela, hija del escultor Juan Adán Morán,1 con quien tuvo tres hijos: Diego, que murió a la temprana edad de 9 años; e Isabel y Natalia, a quienes también sobreviviría.


Durante el desarrollo de su actividad académica, tanto teórica como práctica, Argumosa se convirtió en el cirujano más prestigioso y brillante del país, destacó por lo acertado de sus diagnósticos y por la gran precisión, orden y recta metodología en la ejecución de todas sus operaciones.
El 13 de enero de 1847,  introdujo en España la anestesia por inhalación de éter sulfúrico, tan solo tres meses después de que John C. Warren y William T. G. Morton lo aplicaran por primera vez en la ciudad de Boston y 15 meses después de que fuera experimentado en la Academia de Medicina de París por François Magendie.16 Para la administración del anestésico utilizó una vejiga de vaca que contenía una onza de éter, unida, mediante una cánula metálica, a la boca del paciente, por donde respiraba.  Posteriormente también utilizó cloroformo como anestésico.

Gran renovador de la técnica quirúrgica general, cambió la posición en la que se operaba a los enfermos, tumbados en vez de permanecer sentados, como se hacía hasta aquel momento, para que los pacientes soportaran mejor el dolor. Ideó nuevos sistemas de amputación del muslo y de la fístula anal, que reflejó en diferentes monografías. Fue el inventor de la «sutura hilvanada», que usó en aneurismas, así como también fue de los primeros en practicar la fleborrafia —sutura del desgarro de una vena—. Asimismo introdujo numerosas innovaciones, algunas en el campo de la medicina general. Fue el precursor de la asepsia y antisepsia, con cuidado excepcional en la limpieza de las manos, los instrumentos utilizados y el campo de operaciones, aislando a los pacientes mientras eran operados, en lugar de hacerlo en la misma habitación con otros enfermos.  Por otra parte, elaboró una sutura intestinal que permitía la expulsión natural por esa vía de los hilos utilizados, en vez de tener que ser quitados a través de una incisión laparotómica, como se hacía hasta entonces.

Además, fue gran innovador en técnicas más específicas del campo de la Otorrinolaringología, tales como el método de la blefaroplastia para extirpar tumores de párpado inferior, cánceres del pómulo de la cara y tratar la pérdida total de la mitad externa de ambos párpados; la técnica de queiloplastia para tratar los cánceres labiales; y mejoras en las rinoplastias.  También ideó un siringotomo, un tipo especial de bisturí.
Entre las novedades que aportó en el campo de la Urología se encuentran la técnica de punción vesical o la de la cistotomía, diferentes métodos de talla —técnica para extraer cálculos de la vejiga—,  uretrotomías externa e interna, inventó el método de ligadura subcutánea de las venas del varicocele mediante el nudo «de pescador» e intervenciones en genitales.

Sus contribuciones a la artrología también fueron importantes, aunque fueron sus discípulos quienes las desarrollaron posteriormente.4 Creó escuela que fue continuada por dos de sus discípulos principalmente: Juan Creus y Mansó, precursor de la taurotraumatología y Sánchez de Oca.

En 1854 se retiró a Torrelavega para escribir Resumen de Cirugía, obra cumbre publicada en dos volúmenes y un atlas en 1856. Basándose en su amplia experiencia, la obra sintetiza los conocimientos de cirugía de la época y todas sus innovaciones, acompañada de láminas grabadas por su hija Natalia y de la descripción de diverso instrumental quirúrgico que mandó fabricar para sus intervenciones.

En pleno Romanticismo, hubo en la villa de Madrid un suceso que atravesó fronteras. Una novicia, llamada sor Patrocinio presentaba los «estigmas de Jesucristo»: unas pequeñas erosiones en manos, pies y en un costado.

En poco tiempo, la fama de sor Patrocinio se fue extendiendo, y antes de cumplir los 25 años ya era considerada una santa en vida. Se acercaban al convento donde residía fieles de toda condición: pueblo llano, aristócratas y cortesanos de la reina Isabel II y su marido Francisco de Asís de Borbón.

En 1835, Argumosa y dos colegas suyos fueron requeridos judicialmente para estudiar el caso de las llagas. Desinfectaron y trataron las úlceras de forma que en menos de tres semanas todas las heridas estuvieron cicatrizadas y la novicia fue dada de alta.

La monja fue desterrada a Talavera de la Reina y, a pesar de que las autoridades religiosas y civiles estuvieron de acuerdo con la sentencia del juez que la señalaba como fraudulenta, algunos no aceptaron que Argumosa la sanara e incluso fue atacado por un antiguo discípulo suyo, José Alarcón Salcedo.
No obstante, durante el proceso, un fraile confesor propuso a la novicia viajar con él a Roma para que fundara nuevos conventos, a la vez que le dio una bolsita con una sustancia la cual, colocada sobre cualquier parte del cuerpo, provocaba una pequeña lesión, a modo de llaga.

A lo largo de su carrera, Argumosa se granjeó el respeto y admiración de muchos, pero igualmente el rencor y envidia de no pocos. Obtuvo la Cátedra de 1829 fundamentalmente por sus conocimientos y dotes oratorias; en ese trance, era el tercero en discordia de la terna que formaba junto a Bartolomé Obrador, apadrinado por el infante Carlos María Isidro, y Cándido Callejo, apadrinado por el ministro Francisco Tadeo Calomarde, lo que le enemistó con todos ellos.

Debido a su recto carácter, hacia 1848 se enfrentó públicamente a Joaquín Hysern al escribir este un libro «incompleto y lleno de errores», a decir de Argumosa, basado en sus clases prácticas. En 1850 publicó unos artículos en el periódico La Unión en los que llamó «prevaricadores universitarios» a algunos profesores —José María López y Manuel Soler— que se querellaron contra él. Argumosa fue absuelto por calumnias y condenado por injurias a 24 meses de destierro, multa de 100 duros, y suspensión de cargo y derechos políticos durante la condena.

Poco después de la rápida y consecutiva muerte de sus dos hijas, el 27 de enero de 1854, a la edad de 62 años, se jubiló, después de sufrir contrariedades en la cátedra por razones de tipo político. Se retiró a Villapresente, subvencionando al hospital de Torrelavega con 30 reales al mes.

Diego de Argumosa falleció en Torrelavega a los 72 años de edad, el 23 de abril de 1865.

Jordi Sabater Pi (Primatólogo, etólogo)


Jordi Sabater Pi (Barcelona, 2 de agosto de 1922 - Barcelona, 5 de agosto de 2009 ) fue un primatólogo español. Fue especialista mundial en etología (el estudio de las conductas de los animales) y descubridor de varios comportamientos culturales en varias especies. Seguramente la conducta cultural de un animal más conocida, la utilización de herramientas por parte de los chimpancés, es un descubrimiento hecho por Sabater Pi.

Como muestra de su compromiso con los chimpancés, la constatación de su proximidad (tanto genéticamente como en conducta) con los seres humanos, y los riesgos de sus hábitats, Sabater Pi llegó a decir en alguna ocasión que el descenso de población y, en el caso de algunas subespecies, la situación de peligro de extinción, era comparable a un genocidio con seres humanos. Desde los primeros años del siglo XXI el profesor Jordi Sabater Pi se posicionó claramente a favor de la protección y conservación de los primates y apoyó proyectos como los del Proyecto Gran Simio en España o Fundación Mona en Gerona.

Entre 1940 y 1969 residió en Guinea Ecuatorial, donde estudió las culturas autóctonas y las especies animales locales, que eran poco conocidas. Al declarar la independencia en 1969 se fue a trabajar como conservador de primates del Zoo de Barcelona, continuando sus estudios, becados por National Geographic y en compañía de la zoóloga Dian Fossey. Durante los años 1960 descubrió a Copito de Nieve, el gorila albino que vivió en el Zoo de Barcelona.

En 1976 se puso de profesor de etología, introduciendo la asignatura por primera vez en una universidad española.[2] Fue profesor de etología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona e introductor en España del estudio del comportamiento animal y de la primatología. Diversos discípulos han continuado su línea de trabajo dentro de la Universidad de Barcelona, como Joaquim J. Veà Baró y Mateo Escobar Aliaga, o Montserrat Colell Mimó y de la Universidad Autónoma de Madrid como Fernando Peláez, Ángela Loeches, Carlos Gil y Susana Sánchez.

Descubrió la rana gigante Conraua goliath y estudió el comportamiento del pájaro indicador de la miel Melichneutes robustus, fue el primero en observar que los chimpances fabricaban palos para coger termitas e ingerir cierto tipo de arena de cualidades medicinales, hizo minuciosos estudios de los nidos hechos por gorilas y chimpancés. Su obra más famosa fue enviar al gorila Copito de Nieve al Zoo de Barcelona. Unos nativos se lo habían traído al centro Ikunde, donde estaba contratado como convervador por el Zoo de Barcelona. De haberlo dejado en libertad hubiese muerto muy rápidamente, dado que su visibilidad y falta de melanina le hubiesen sido muy desfavorables en la naturaleza. Siempre consideró que el descubrimiento de Copito era sólo una anécdota en comparación con sus otros descubrimientos.

Fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid en 1993 a propuesta de la Facultad de Psicología, así como Socio de Honor de la Asociación Primatológica Española.
Fue un gran dibujante, y cuando legó todos sus documentos a la Universidad de Barcelona, entre ellos había más de 2000 dibujos, acuarelas y apuntes. La UB mantiene la colección Sabater Pi en el Parque Tecnólogico de Barcelona.


Bravo de Sobremonte (Medico)


Bravo de Sobremonte Ramírez, Gaspar (1603-1683).

Científico español, nacido en San Cristóbal de Sobremonte (Palencia) en 1603 y muerto en Madrid en 1683.

Nació en el seno de una familia hidalga e hizo sus primeros estudios en la localidad palentina de Aguilar de Campóo. Se trasladó después a Valladolid, en cuya Universidad se graduó de bachiller en medicina (1630) y doctor en medicina (1637). Muy tempranamente participó en las oposiciones a cátedras de dicho centro universitario, y obtuvo ya en 1632 una de la Facultad de Artes. Desde 1637 hasta 1659 ocupó sucesivamente cinco cátedras médicas: las de Cirugía, Método, Vísperas, Prima de Hipócrates y Prima de Avicena. A partir de 1659 fue médico de cámara, primero de Felipe IV y más tarde de Carlos II. También desempeñó el cargo de médico primario de la Inquisición.

Bravo de Sobremonte fue autor de una voluminosa obra escrita que, a través de numerosas ediciones, tuvo una notable difusión dentro y fuera de España. Publicó primero unas Resolutiones Medicae (1649) a las que añadió, a partir de la tercera edición, una monografía sobre la circulación de la sangre y una serie de dieciocho Consultationes Medicae. Su segundo libro fue el titulado Praelectiones Vallis-oletanae de purgandi ratione (1651). El tercero, Disputatio apologetica pro Dogmatica Medicina prestantia (1669), incluía una nueva serie de diez "consultas" y una guía de medicina práctica para los principiantes. Sus Resolutiones ac Consultationes Medicae fueron reunidas en tres volúmenes impresos en Colonia (1671 y 1674) y en Lyon apareció una edición en cinco de sus Opera Medicinalia (1654-1684), cuyos tres últimos volúmenes corresponden a obras que no habían sido publicadas anteriormente.

El profesor vallisoletano fue la figura más representativa y prestigiosa en la España de mediados del siglo XVII del galenismo "moderado", que aceptó numerosos elementos de las corrientes modernas, pero como meras rectificaciones de detalle que no afectaban la validez general de las doctrinas médicas tradicionales. Dedicó, por ejemplo, a la circulación de la sangre el escrito monográfico De sanguinis circulatione et de arte sphygmica, en el que defendió la doctrina de Harvey y también la "circulación" de la linfa. Rebatió incluso, con los mejores datos anatómicos y fisiológicos de su tiempo, las objeciones que a la teoría circulatoria habían planteado el británico James Primerose y el italiano Emilio Parisano. Llegó a afirmar que Galeno y los demás autores antiguos no pudieron conocer los vasos quilíferos "porque hacían anatomía solamente en los cadáveres, en los que estos vasos no aparecen, sino que sólo lo hacen en los animales vivos después de seis horas de ingerido el alimento". Elogió, no solamente la obra de Harvey, sino las de Jean Pecquet, Caspare Aselli, Nathaniel Highmore y otros autores modernos. Sin embargo, tras haber rectificado los errores de la angiología galénica, mantuvo intocada el "arte esfígmica" del autor de Pérgamo: "La definición dada por Galeno explica completamente la naturaleza del pulso", afirmó de modo terminante.

Otro tanto hay que decir de su actitud ante la iatroquímica. Declaró inaceptable su introducción en las doctrinas patológicas, llenando de insultos a Paracelso y a sus seguidores en cinco textos dedicados a este tema. En cambio, aceptó los medicamentos químicos, "puesto que el médico dogmático debe conocer las acciones de todos los remedios que son útiles para curar las enfermedades, si éstos se aplican científicamente", y "los medicamentos espagíricos son utilizables para curar muchas enfermedades si se aplican debidamente". La química o "ars spagyrica" no debe considerarse como una secta, sino como un recurso técnico que complemente la medicina dogmática. Los galenistas franceses de estos años se opusieron rotundamente a la utilización del antimonio. Bravo de Sobremonte, por el contrario, le dedicó el estudio De Stibii natura, et usu, en el que recomienda su empleo, aunque de acuerdo con los principios tradicionales.

La contradicción que implicaba la postura de Bravo fue advertida por otros médicos españoles de su generación y de la siguiente. No obstante, la forma de superarla fue muy distinta según se estuviera decidido o no a romper con las doctrinas galénicas. Los que se aferraron a estas últimas prefirieron negar incluso las novedades más innegables antes que comprometer el sistema tradicional. Esta actitud explica el galenismo intransigente de autores de la talla de Matías García, que dedicó su vida a refutar la doctrina de la circulación sanguínea. En el polo opuesto, los partidarios de romper con las doctrinas tradicionales fueron novatores como Juan de Cabriada, que adoptaron el sistema iatroquímico y consideraron que la doctrina circulatoria, lejos de ser una rectificación de detalle, era el "nuevo sol de la medicina". Hay que advertir, sin embargo, que la postura "moderada" o ecléctica de Bravo tuvo numerosos seguidores hasta finales de la centuria, entre los que se encuentran figuras de notable importancia científica como Joan d'Alós.

Bravo de Sobremonte fue, por otra parte, un brillante clínico, que recogió principalmente su rica experiencia en las dos series de las Consultationes. Se incluye en ellas la historia clínica, con informe de autopsia, de la calculosis renal que produjo la muerte a Felipe IV. Buena parte de los casos se refieren a problemas tocoginecológicos, por los que Bravo tuvo un especial interés. Entre ellos, destacan la "consulta" sobre las convulsiones que afectaron durante el puerperio a la reina Isabel de Borbón y otra dedicada a una "úlcera en la túnica externa del útero". Se enfrentó también con cuestiones quirúrgicas ofreciendo, por ejemplo, un planteamiento riguroso de las indicaciones de la trepanación craneal. Dignos de mención son, por último, sus estudios médico-legales acerca de los envenenamientos y de los indicios de tortura en el cadáver.


fuente http://www.mcnbiografias.com


Juan Luis Arsuaga Ferreras (Antropologo)


Juan Luis Arsuaga Ferreras (Madrid, 1954) es licenciado y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Paleontología en esta misma universidad. Ha sido reconocido con el premio Principe de Asturias por sus trabajos antropologicos.

Ya de niño mostraba un gran interés por la prehistoria surgido de la lectura de La Guerre du feu de J.-H. Rosny Aîné y sus visitas a excavaciones cerca de Bilbao. Ejerce como profesor visitante del Departamento de Antropología del University College of London.

El 8 de abril de 1993 fue portada de la revista Nature por el artículo sobre el descubrimiento, en 1992, del cráneo humano más completo del registro fósil de la Humanidad, el cráneo número 5 que es un cráneo de Homo heidelbergensis.

Miembro del Equipo de Investigaciones de los Yacimientos Pleistocenos de la Sierra de Atapuerca (Burgos, España) desde 1982, bajo la dirección de Emiliano Aguirre Enríquez y desde 1991 co-director junto con José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell Roura del Equipo que ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1997 y el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades de 1997.

El 23 de julio de 2008 se le concede el premio "Antonio de Sancha", otorgado por la Asociación de Editores de Madrid, por su defensa de la cultura por medio de la divulgación científica.

El 30 de abril de 2010 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos.

Los hallazgos de Atapuerca han revelado nuevos datos sobre los primeros humanos que habitaran Europa. Esto contrasta con el secretismo en torno a las excavaciones de Orce (Granada, España), donde se han encontrado utensilios humanos anteriores a los de Atapuerca.

Es miembro del Museo del Hombre de París, de la Asociación Internacional para el Estudio de la Paleontología Humana, vicepresidente de la comisión de Paleontología Humana y Paleoecología de la INQUA (International Union for Quaternary Research) y ha sido conferenciante en las universidades de Londres, Cambridge, Zúrich, Roma, Arizona, Filadelfia, Berkeley, Nueva York, entre otras.




Vicente Aleixandre (Poeta nobel de literatura)


Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo (Sevilla, 26 de abril de 1898 – Madrid, 13 de diciembre de 1984) fue un poeta español de la llamada Generación del 27.

Elegido académico en sesión del día 30 de junio de 1949, ingresó en la Real Academia Española el 22 de enero de 1950. Ocupó el sillón de la letra O.

Premio Nacional de Literatura en 1933 por La destrucción o el amor, Premio de la Crítica en 1963 por En un vasto dominio, y en 1969, por Poemas de la consumación, y Premio Nobel de Literatura en 1977.

Hijo de una familia de la burguesía española, su padre fue ingeniero de ferrocarriles. Nace en Sevilla en 1898 pero pasa su infancia en Málaga, donde comparte estudios con el futuro escritor Emilio Prados.
Se traslada a Madrid donde cursa estudios de Derecho y Comercio. En 1919 se licencia en Derecho y obtiene el título de intendente mercantil. Ejerce de profesor de Derecho Mercantil desde 1920 hasta 1922 en la Escuela de Comercio.

En 1917 conoce a Dámaso Alonso en Las Navas del Marqués, lugar donde veraneaba, y este contacto supone el descubrimiento de Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Inicia de este modo una profunda pasión por la poesía.

Su salud empieza a empeorar en 1922. En 1925 se le declara una nefritis tuberculosa, que termina con la extirpación de un riñón, operación realizada en 1932. Publica sus primeros poemas en la Revista de Occidente en 1926. Establece contacto con Cernuda, Altolaguirre, Alberti y García Lorca. A lo largo de su vida ocultó su homosexualidad. En los años treinta el poeta conoce a Andrés Acero y ambos inician una intensa relación amorosa que será interrumpida por el exilio a México de Andrés tras la Guerra Civil. En palabras de Molina Foix, "Aleixandre era muy pudoroso de su condición homosexual por el daño que pudiera hacer a su familia, sobre todo a su hermana, pero a mí me dijo que cuando muriese no le importaba que se supiera la verdad; consideraba que no era ningún desdoro".[2] [3] [4] [5] [6] Después de la Guerra Civil no se exilia, a pesar de sus ideas izquierdistas, permanece en España y se convierte en uno de los maestros de los jóvenes poetas.

Murió el 13 de diciembre de 1984 aunque oficialmente figurase el día 14 como el de su muerte, en realidad falleció el día 13 a las 23:23 h.

Juan Ramón Jiménez Mantecón (poeta nobel de literatura)


Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958) fue un poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, designándose como trabajo destacado de la misma, la narración lírica Platero y yo.

Juan Ramón Jiménez nació el 23 de diciembre de 1881 en la casa número dos de la calle de la Ribera de Moguer.1 Era hijo de Víctor Jiménez y Purificación Mantecón, quienes se dedicaban con éxito al comercio de vinos. En 1887 sus padres se trasladan a una antigua casa de la calle Nueva y aprende primaria y elemental en el colegio de Primera y Segunda Enseñanza de San José.

En 1891 aprueba con calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto "La Rábida" de Huelva. En 1893 estudia Bachillerato en el colegio de San Luis Gonzaga del Puerto de Santa María, y obtiene el título de Bachiller en Artes. Se traslada a Sevilla, en 1896, para ser pintor, creyendo que esa es su vocación. Allí frecuenta la biblioteca del Ateneo sevillano. Escribe sus primeros trabajos en prosa y verso. Empieza a colaborar en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.

Comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la Universidad de Sevilla, aunque la abandona en 1899.

En 1900 se trasladó a Madrid y publicó sus dos primeros libros de textos, Ninfeas y Almas de violeta. La muerte de su padre en este mismo año y la ruina familiar, confirmada cuando él y su familia perdieron todo su patrimonio embargado al fallar el Tribunal Supremo a favor del Banco de Bilbao, le causaron una honda preocupación, vivida intensamente a causa de su carácter hiperestésico, y en 1901 será ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, regresando a Madrid, posteriormente, al Sanatorio del Rosario. Su primer amor fue la idealizada Blanca Hernández Pinzón, la "novia blanca" de sus versos.

En 1902 publica Arias tristes e interviene en la fundación de la revista literaria Helios. También abandona el Sanatorio del Rosario y se traslada al domicilio particular del doctor Luis Simarro. Ya en 1904 publica Jardines lejanos.

En 1905 regresa a su pueblo natal a causa de los problemas económicos por los que atravesaba su familia, residiendo en la casa de la calle Aceña. Este periodo coincide con la etapa de mayor producción literaria, entre los que figuran, en la Segunda Antolojía Poética (terminada de imprimir en 1922), los libros en verso: Pastorales (1903-1905); Olvidanzas (1906-1907); Baladas de primavera (1907); Elejías (1907-1908); La soledad sonora (1908); Poemas májicos y dolientes (1909); Arte menor (1909); Poemas agrestes (1910-1911); Laberinto (1910-1911); Melancolía (1910-1911); Poemas impersonales (1911); Libros de amor (1911-1912); Domingos (Apartamiento: 1) (1911-1912); El corazón en la mano (Apartamiento: 2) (1911-1912); Bonanza (Apartamiento: y 3) (1911-1912); La frente pensativa (1911-1912); Pureza (1912); El silencio de oro (1911 -1913) e Idilios 2 (1912-1913), todos escritos durante su estancia en la casa.

En Madrid conoce a una elegante y culta norteamericana, Luisa Grimm de Muriedas, malcasada con un rico boliviano alcohólico, de la que se enamora y con quien empezará a interesarse por la lírica en inglés, e intercambia correspondencia con ella entre 1907 y 1912; en 1912 empieza a traducir con ayuda del institucionista Alberto Jiménez Fraud el Himno a la belleza intelectual de Shelley, que publicará en 1915.

Por fin conoce a Zenobia Camprubí Aymar en 1913 y se enamora profundamente, aunque el noviazgo fue difícil. En 1914 es nombrado director de las Ediciones de la Residencia de Estudiantes por su amigo Jiménez Fraud y traduce para esta editoria la Vida de Beethoven de Romain Rolland. Hizo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde en 1916 se casó con Zenobia. Este hecho y el redescubrimiento del mar será decisivo en su obra, escribiendo Diario de un poeta recién casado. Esta obra marca la frontera entre su etapa sensitiva y la intelectual. Desde este momento crea una poesía pura con una lírica muy intelectual. Asimismo, inicia con ayuda de su esposa el largo proceso de traducir 22 obras del poeta y Nobel indio Rabindranath Tagore.

En 1918 encabeza movimientos de renovación poética, logrando una gran influencia en la Generación del 27.

Del año 1921 al 1927 publica en revistas parte de su obra en prosa, y de 1925 a 1935 publica sus Cuadernos, donde se encuentran la mayoría de sus escritos.

En 1930 le es presentada en un concierto la escultora y escritora Margarita Gil Roësset, amiga de Zenobia, que queda enamorada del poeta; este la rechaza y tras dos años de intentos desesperados de lograr su amor, se suicida en 1932; el hecho impresionó a Juan Ramón, quien le dedica una semblanza en sus Españoles de tres mundos. A partir de 1931, la esposa del poeta sufrirá los primeros síntomas de un cáncer que acabará con su vida.

En 1936, año que marca en su obra el paso de la Etapa intelectual a la Etapa suficiente o verdadera, estalla la Guerra Civil Española y apoya decididamente a la República. Acoge en su casa a varios huérfanos de la guerra a los que alimenta, instruye y viste.

En 1937 se traslada a Cuba para dar tres conferencias; en 1938 su sobrino Juan Ramón Jiménez Bayo perece en el frente de Teruel, lo que dejó a Juan Ramón absolutamente destrozado. Según Zenobia, «El dolor dejó a Juan Ramón absolutamente estéril por casi año y medio».

En 1939 las hordas de los sublevados saquean el piso de la pareja en la calle Padilla de Madrid y roban los libros, manuscritos y pertenencias del poeta y de su mujer.

Entre 1939 y 1942 se establecen en Miami, Florida, donde compone los Romances de Coral Gables; en 1940 es hospitalizado unos meses en el Hospital universitario de Miami por depresión, de la cual sale con los proyectos de dos ambiciosos poemas: Espacio y Tiempo; solo llegará a concluir el primero, culmen de la lírica española del siglo XX.

En 1942 se trasladan a Washington y entre 1944 y 1946 Zenobia y Juan Ramón son contratados para dar clases como profesores en la Universidad de Maryland.

En 1946 el poeta permanece hospitalizado otros ocho meses a causa de un nuevo episodio depresivo; en 1947 compran una casa en Riverdale cerca de una clínica y entre agosto y noviembre de 1948 viajan a Argentina y Uruguay por mar, siendo apoteósicamente recibidos; Juan Ramón lee en ambos países varias conferencias.

En 1950 la pareja vuelve a Puerto Rico para dar clases en Río Piedras, sede de la Universidad de Puerto Rico.

En 1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico, donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como profesor en la Universidad. Tres días después, muere su esposa en San Juan. Él jamás se recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez fallece dos años más tarde, en la misma clínica en la que falleció su esposa. Sus restos fueron trasladados a España.



Jacinto Benavente y Martínez (nobel de literatura)


Jacinto Benavente y Martínez (Madrid, 12 de agosto de 1866 - Galapagar, 14 de julio de 1954) fue un dramaturgo, director, guionista y productor de cine español, Premio Nobel de Literatura 1922.

Era hijo menor de los tres que tuvo el notable médico pediatra Mariano Benavente, circunstancia que suele relacionarse por el interés que mostró por la infancia en su libro Niños (1917) y en sus obras de teatro infantil.

Inició los estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid, pero, a la muerte de su padre (1885) y gracias al desahogo económico que le brindó la herencia, los abandonó para dedicarse a viajar (a Francia y Rusia) y a la literatura. Durante un tiempo fue empresario de circo, y algunos biógrafos, como Lázaro Carreter y Ángel Lázaro, sugieren que Benavente se adentró en el mundo del circo porque estaba enamorado de una trapecista inglesa, la Bella Geraldine,1 2 lo que él siempre negó. Benavente, que nunca se casó, era homosexual, y sus obras fueron censuradas durante un periodo tras la guerra civil por este motivo.


En 1892 publica su primera obra, Teatro fantástico, a la que le sigue un libro de poemas, Versos, otro de cuentos, Villanos y uno de crítica, Cartas de mujeres, todos aparecidos al año siguiente.
El primer estreno data de 1894: El nido ajeno, que no tuvo éxito. Carreter señala al respecto que "la obra fracasó porque el público y la crítica fueron ciegos para comprender sus importantes novedades", y agrega que Azorín fue el único que supo valorar las primeras obras del dramaturgo.1 Este, por su parte, reconoció: "Mal acogida por el público y mucho peor por la crítica".5 A lo largo de su vida escribirá más de ciento setenta piezas.

En Gente conocida (1896) ataca a las altas clases de la sociedad, pero esta crítica se va diluyendo por una amable reprobación en sus obras siguientes, como La comida de las fieras (1898).

En 1899, fundó en Madrid el Teatro Artístico, en el que colaboró Valle Inclán y cuyo objetivo era representar un repertorio guiado por los intereses exclusivos del arte y por su intencionalidad regeneracionista en toda la amplitud del término. Su referencia más inmediata fue, como en otros casos, el Teatro Libre, creado años antes por André Antoine en París. Entre sus propósitos, aluden a la escenificación de obras minoritarias y es perceptible un cierto elitismo endogámico en sus propuestas. A los treinta y dos años ya era un autor conocido y, tras pelearse con Valle-Inclán en la tertulia del Café de Madrid, formó la suya aparte en la Cerveceria Inglesa de la Carrera de San Jerónimo.

El éxito le llega con el nuevo siglo: La noche del sábado (1903) y Rosas de otoño (1905) y Los intereses creados (1907), considerada su obra maestra. Carreter escribe que "el público lo saca del teatro materialmente en hombros, algunas noches de estreno" y obtiene "la aquiescencia de críticos tan difíciles como Unamuno y Ortega y Gasset".

Ingresó en la Real Academia Española en 1912, ocupó en 1918 un escaño en el Congreso de los Diputados.
Después de la muerte de su madre, en 1922, se fue a Estados Unidos como director artístico de una compañía de teatro y fue, precisamente durante su viaje, cuando se enteró de la concesión del Premio Nobel de Literatura. En Norteamérica pronunció conferencias, se representaron algunas de sus obreras y fue nombrado hijo adoptivo de Nueva York.
De regreso en España, recibe numerosos homenajes (entre ellos, hijo predilecto de Madrid, 1924) y después viaja a Egipto, la Tierra Santa, Oriente Medio y Rusia, donde pasó varios meses.
Fue cofundador, el 11 de febrero de 1933, de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS.
Durante la guerra civil, Benavente permaneció primero en Madrid y luego en Valencia, donde las autoridades del Gobierno del Frente Popular le homenajearon repetidamente y donde llegó incluso a actuar en escena interpretando el papel de Crispín en Los intereses creados. Una vez terminado el conflicto, ello le creó serias dificultades, aunque él alegase repetidamente que sus tomas de posición le habían sido impuestas bajo amenaza de muerte.
Se llegó incluso al curioso extremo de permitir la puesta en escena de sus obras pero sin indicar su nombre, que pasaba a ser "por el autor de La malquerida". No obstante, su presencia en la Plaza de Oriente de Madrid, en la gran manifestación profranquista de 1947 —presencia abundantemente comentada y fotografiada en la prensa—, le congració el aprecio del régimen y terminó con el silencio oficial que la censura había impuesto sobre su persona y sus obras.
Fue presidente, a título honorario, de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles durante el periodo de 1948 a 1954.



José Echegaray y Eizaguirre (matemático y noble literatura)


José Echegaray y Eizaguirre (Madrid,19 de abril de 1832 - Madrid,14 de septiembre de 1916) fue un Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, matemático, dramaturgo y político español, hermano del comediógrafo Miguel Echegaray.

José Echegaray fue un polifacético personaje de la España de finales del siglo XIX. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, por la Escuela de Madrid, matemático, dramaturgo, político... con excelentes resultados en todas las áreas en las que se involucró. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1904, y desarrolló varios proyectos en ejercicio de las carteras ministeriales de Hacienda y Fomento. Realizó importantes aportaciones a las matemáticas y a la física. Introdujo en España la geometría de Chasles, la teoría de Galois, las funciones elípticas. Está considerado como el más grande matemático español del siglo XIX. Julio Rey Pastor afirmaba:

        Para la matemática española, el siglo XIX comienza en 1865 y comienza con Echegaray.

Nació en Madrid el 19 de abril de 1832 (en algunas publicaciones aparece el año 1833). Su padre, médico y profesor de instituto, era de Aragón y su madre de Navarra. Pasó su infancia en Murcia, donde realizó los estudios correspondientes a la enseñanza primaria. Fue allí, en el Instituto de Murcia, donde comenzó su afición por las matemáticas.

Con el objeto de preparar el ingreso a la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, se trasladó con catorce años a Madrid, donde ingresó en el recién creado Instituto de Segunda Enseñanza San Isidro. Cumplidos los veinte, salió de la Escuela de Madrid con el título de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que había obtenido con el número uno de su promoción, y se tuvo que desplazar a Almería y Granada para incorporarse a su primer trabajo.
En su juventud leía a Goethe, Homero y Balzac, lecturas que alternaba con las de matemáticos como Gauss, Legendre y Lagrange.

José Echegaray mantuvo una gran actividad hasta su muerte, ocurrida el 14 de septiembre (en algunas publicaciones aparece el día 4) de 1916 en Madrid. Su extensa obra no dejó de crecer en la vejez: en la etapa final de su vida escribió 25 o 30 tomos de Física matemática. Con 83 años comentaba:
No puedo morirme, porque si he de escribir mi Enciclopedia elemental de Física matemática, necesito por lo menos 25 años.

En 1865 comenzó su actividad literaria con La hija natural aunque no llegó a estrenarla en esa época. Luego, en 1874, escribió El libro talonario, considerada el comienzo de su producción como dramaturgo. Estrenó 67 obras de teatro, 34 de ellas en verso, con gran éxito entre el público de la época, aunque desprovistas de valores literarios para la crítica posterior. En 1896 fue elegido miembro de la Academia de la Lengua. En su primera época sus obras estaban inmersas en la melancolía romántica, muy propia de la época, pero más adelante adquirió un tono más social con una evidente influencia del noruego Henrik Ibsen.

En 1904, Echegaray compartió el Premio Nobel de Literatura con el poeta provenzal Frédéric Mistral, convirtiéndose así en el primer español en recibir un premio Nobel. El premio le fue entregado en Madrid, el 18 de marzo de 1905 por el Rey y la comisión sueca organizadora. La concesión del Nobel de Literatura escandalizó a las vanguardias literarias españolas y, en particular, a los escritores de la Generación del 98. En ese tiempo Echegaray no era considerado un dramaturgo excepcional y su obra era criticada muy duramente por escritores de tanto relieve como Clarín o Emilia Pardo Bazán aunque de un modo no siempre consecuente. En el propio Clarín pueden leerse críticas elogiosas. Él mismo mantuvo siempre una actitud distante con sus obras, no obstante contaba con la admiración de autores como Bernard Shaw o Pirandello. Pero Echegaray tenía un gran prestigio en la España de principios del siglo XX, un prestigio que alcanzaba los campos de la literatura, la ciencia y la política y una asentada fama en la Europa de su tiempo. Sus obras triunfaron en ciudades como Londres, París, Berlín y Estocolmo.

Fue presidente del Ateneo de Madrid (1888); Presidente de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles durante el periodo 1903 a 1908; miembro de la Real Academia Española donde ocupó el sillón "e" minúscula entre 1894 y 1916; senador vitalicio (1900) y dos veces presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1894–1896 y 1901–1916); primer Presidente de la Sociedad Española de Física y Química, creada en 1903; catedrático de Física matemática de la Universidad Central (1905); presidente de la sección de Matemáticas de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias (1908); y primer Presidente de la Sociedad Matemática Española (1911). En 1907, a propuesta de Ramón y Cajal, la Academia de Ciencias creó la Medalla Echegaray y se le concedió a José Echegaray la primera de ellas.


General Juan de Austria (Victoria en lepanto)



Don Juan de Austria (Ratisbona, Sacro Imperio Romano Germánico, 24 de febrero de 1545 o 1547 – Bouge, cerca de Namur, actual Bélgica, entonces parte de los Países Bajos españoles, 1 de octubre de 1578), hijo natural del Rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, y de Bárbara Blomberg, fue miembro de la Familia Real Española, militar y diplomático durante el reinado de su hermano por vía paterna, Felipe II de España.

Un decreto fechado el 1 de enero de 1567 obligaba a los moriscos que vivían en el Reino de Granada, en particular en la zona de las Alpujarras, a abandonar totalmente sus costumbres, lengua, vestido y prácticas religiosas. La aplicación de la norma provocó que, ya en abril de 1568, se planease una rebelión abierta. A finales de ese año, casi doscientos pueblos empezaron la revuelta.
El rey destituyó al marqués de Mondéjar y nombró a don Juan de Austria Capitán General, esto es, comandante supremo de las fuerzas reales. Puso a su lado consejeros de confianza con los que debía deliberar, entre ellos Requesens. El 13 de abril de 1569 llegó don Juan a Granada.
La política de deportación agravó la situación. Para lograr mayor efectividad, don Juan solicitó a su hermano autorización para pasar a la ofensiva. El rey se la concedió y don Juan salió de Granada al frente de un ejército. A finales del año 1569 había logrado pacificar Güéjar y puso sitio a Galera. La situación se estancó: era una fortaleza difícil de tomar. Don Juan de Austria ordenó el asalto general, haciendo uso de la artillería y de estratégicas minas. El 10 de febrero de 1570 entró en la villa, matando a sus habitantes, hombres, mujeres y niños, y luego la asoló, sembrándola de sal. Marchó después sobre la fortaleza de Serón, en donde recibió un balazo en la cabeza, y fue herido don Luis de Quijada, quien falleció una semana más tarde, el 25 de febrero, en Caniles. Pronto tomó Terque y dominó todo el valle medio del río Almería.
En mayo de 1570, don Juan de Austria negoció la paz con El Habaquí. En el verano y el otoño de 1570 se efectuaron las últimas campañas para doblegar a los rebeldes. En febrero del año 1571, Felipe II firmó el decreto de expulsión de todos los moriscos del reino de Granada. Las cartas de don Juan describen estos exilios forzosos de familias enteras, mujeres y niños, como la mayor «miseria humana» que pueda retratarse.

Lepanto
La Liga Santa fue un proyecto que, desde 1568, había alentado el papa San Pío V y respecto al cual Felipe II era reacio. En el año 1570, sin embargo, resuelta prácticamente la cuestión de los moriscos, Felipe II aceptó unirse a Venecia y el Papado contra los turcos. A la monarquía española le interesaban objetivos cercanos como Túnez, pero los otros coaligados se inclinaban por la defensa de Chipre, atacada por Selim II en el verano de 1570. Aunque no pudo determinar el objetivo de la flota, Felipe II sí impuso el mando de don Juan de Austria.
La Liga se firmó el 20 de mayo de 1571. La noticia llegó en junio a Madrid, y el rey se demoró veinte días para redactar las instrucciones concretas que debía llevar su hermano. De nuevo, pondría a su lado personas de confianza a las que continuamente debía consultar; entre ellos, Luis de Requesens y su compañero de Alcalá de Henares Alejandro Farnesio. La flota española se reunió en Barcelona, donde don Juan de Austria tuvo que esperar hasta el 20 de julio para que llegaran sus sobrinos, los archiduques Rodolfo y Ernesto, a los que trasladó hasta Génova. La flota llegó a Nápoles el 8 de agosto para avituallarse. Pío V mandó a don Juan el estandarte de la Liga, quien lo recibió solemnemente en un acto celebrado en la iglesia de Santa Chiara. A finales de agosto, la flota llegó a Mesina, donde se concentró la armada de la Liga. Allí don Juan pasó revista y recibió el jubileo, con el resto de los miembros de la Armada.
Don Juan de Austria convocó consejo de guerra en su nave capitana para decidir el curso de la acción. Nicosia había caído a principios de mes. Una derrota de la Liga significaría dejar absolutamente desprotegidas las costas mediterráneas de España e Italia frente a los turcos. Don Juan defendió la idea de una guerra agresiva: buscar a la flota turca allá donde estuviera y destruirla; este era el plan apoyado por marinos expertos, como Álvaro de Bazán. Don Juan consiguió imponerse frente a las posturas más moderadas, y el 15 de septiembre la flota salió de Mesina en dirección al Mediterráneo oriental.
La batalla se libró el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto, donde los turcos se habían refugiado. Las galeras bajo el mando directo de don Juan se situaban en la parte central de la formación.
La actuación de don Juan de Austria fue decisiva para la victoria de la Liga, por su resuelta búsqueda de la victoria y su valentía personal en este tipo de batallas, mezcla de naval y terrestre, pues una vez abordadas las naves se luchaba cuerpo a cuerpo; así lo señalan historiadores como Braudel o M. Fernández Álvarez, y testimonian contemporáneos como Miguel de Cervantes.
Para los turcos, Lepanto significó la pérdida de su armada, siendo la peor derrota sufrida por el sultán desde la batalla de Angora (1402), y una amenaza inmediata de invasión de sus territorios. Para la monarquía española y las repúblicas italianas, alejó el peligro que representaba el turco en el Mediterráneo Occidental. Además, se produjo una ganancia inmediata en forma de botín, obteniéndose un impresionante número de galeras. Con ellas, la flota española se hizo la más poderosa del Mediterráneo, si bien no pudo explotar esa ventaja debido a la escasez de remeros. En efecto, don Juan de Austria liberó a los cristianos que remaban en las galeras turcas (se calcula que eran unos 15.000) y, además, a los galeotes de las galeras españolas que actuaron lealmente en el combate.

Túnez e Italia
La victoria de Lepanto transformó a don Juan de Austria en un héroe en el contexto europeo. Al tiempo, reforzó su ambición: deseaba un reino propio, así como el tratamiento de alteza que sistemáticamente le era negado.
En 1572, una delegación de albaneses ofreció a don Juan el trono. Lo consultó con su hermano el rey, quien le indicó que declinase la oferta, pero que no dejase las relaciones con los albaneses. Con autorización del rey, Don Juan dedicó los meses de julio a octubre a buscar a Uluj Alí, superviviente de Lepanto, sin éxito, pues éste, consciente de la superioridad naval de la armada española, supo evitarlo.
Al año siguiente, la República de Venecia firmó la paz por separado con los turcos. La Liga santa quedaba formalmente rota, y don Juan reemplazó en su nave la bandera de la Liga por la de Castilla. Ahora, la armada española podía seguir sus propios objetivos, y don Juan no desperdició la ocasión: pidió autorización para emprender la conquista de Túnez. Desde La Goleta, fuerte ocupado por un aliado de los españoles, tomó Túnez en una rápida campaña en el mes de octubre de 1573.
Nuevamente se ofrecía la posibilidad de un reino propio, esta vez conquistado por él mismo. Sus ambiciones no eran desconocidas, pues el propio papa Gregorio XI se dirigió al rey Felipe II a principios de 1574, pidiendo que a don Juan se le invistiera del título de Rey de Túnez. La respuesta fue negativa, aunque el rey aseguró que los méritos de su hermano no dejarían de recompensarse.
Era evidente que Felipe II no llegaba a confiar plenamente en las intenciones de su hermano. Utilizó a su secretario, Antonio Pérez, como medio para conocer y controlar las ambiciones de don Juan. Pérez le proporcionó fondos para la flota, y se atribuyó el haberle conseguido el puesto de vicario general en Italia. La permanencia de don Juan en Italia, sin embargo, favoreció que Uluch Alí recuperara Túnez. En estos momentos, la ambición de don Juan de Austria era ya otra: la invasión católica de Inglaterra, el matrimonio con María I Estuardo y conseguir de esa manera un reino propio; este plan parecía contar con el apoyo del papa y los católicos ingleses. Incluso, en un momento dado, fue sondeado por un enviado de la Reina sobre la posibilidad de un matrimonio con la propia Isabel de Inglaterra, de lo cual informó puntualmente al rey Felipe, que manifestó su desaprobación.
Don Juan deseaba ir a Madrid a tratar personalmente el asunto. Pero el rey le ordenó quedarse como vicario general en Italia, donde desarrolló durante todo este año una política de pacificación de las ciudades enfrentadas. Recorrió toda la península italiana, desde Sicilia hasta Lombardía. A finales de ese año, don Juan vio sustituido a su secretario personal, Juan de Soto, por Juan de Escobedo, secretario del Consejo de Hacienda desde 1566 y persona vinculada a Antonio Pérez, quien de este modo pretendía conocer más detalladamente los actos y pensamientos de don Juan. Además, el rey Felipe II conoció durante años el contenido de la correspondencia, supuestamente privada, entre Antonio Pérez y don Juan de Austria, pues la supervisaba e incluso corregía, animando las críticas hacia su persona, para de este modo conocer los pensamientos y planes de don Juan de Austria.

Los Países Bajos
Mientras tanto, los problemas en los Países Bajos se recrudecieron. A la política de dura represión llevada a cabo por el Duque de Alba le siguió la del moderado don Luis de Requesens. Pero Requesens falleció el 5 de mayo de 1576, circunstancia inmediatamente aprovechada por Guillermo de Orange para avivar la rebelión. El Consejo de Estado que interinamente regía el territorio, instó al rey que nombrase con urgencia un nuevo gobernador y que fuese de la familia real.
La elección era evidente: el rey ordenó a don Juan de Austria que se dirigiera inmediatamente a los Países Bajos como gobernador. Don Juan de Austria desobedeció el mandato real y en lugar de eso acudió a Madrid, para conocer las posibilidades del plan inglés, los apoyos que su hermano le iba a ofrecer y en qué condiciones acudiría a Bruselas. Felipe II rechazó de nuevo su petición de concederle el título de infante de Castilla y con ello el ambicionado tratamiento de Alteza Real, pero, a cambio, aceptó su sugerencia de un mando único en sus manos. Sobre una eventual invasión de Inglaterra, Felipe II no se manifestó concluyentemente.
Don Juan de Austria aprovechó la estancia en España para ver a Magdalena de Ulloa. Fue ella quien lo disfrazó para la siguiente etapa de su viaje: iría a los Países Bajos, pero no desde Italia, sino a través de Francia. Para ello, se vistió como criado morisco de un noble italiano, Octavio de Gonzaga. Atravesó Francia y llegó a Luxemburgo, única provincia leal. Allí se encontró con su madre, Bárbara Blomberg. Después de esa conversación, Bárbara Blomberg, que siempre se había negado a vivir en España, aceptó marchar a la Península, donde se le asignó casa y pensión y acabó falleciendo en Colindres.
Los tercios viejos de Flandes, que llevaban meses sin recibir sus pagas, entraron a saco en la ciudad de Amberes, en una jornada terrible que creó la peor de las situaciones posibles a la llegada de don Juan de Austria a los Países Bajos. Llevaba instrucciones, sobre todo, de seguir la política de Requesens y mostrarse conciliador. A fin de ser reconocido como gobernador y de que los rebeldes respetaran la fe católica, aceptó licenciar sus tropas, marchando los tercios viejos a España o a Lombardía, así como respetar las libertades flamencas. Firmó el Edicto Perpetuo el 17 de febrero de 1577. Para mayo parecía que la situación se había pacificado y don Juan de Austria pudo entrar triunfalmente en Bruselas.
Ante esta situación de paz, don Juan de Austria deseó volver a Madrid para tratar el tema de Inglaterra. Envió en junio de 1577 a su secretario, Escobedo, en quien confiaba, para que, a través de Antonio Pérez, lograse su regreso a España o bien obtuviera medios para invadir Inglaterra. El rey rechazó el regreso a España de don Juan de Austria. En ese momento, las circunstancias empeoraron en Flandes. En julio de 1577, don Juan de Austria rompió el pacto y reemplazó las tropas de Namur por alemanes. En agosto ordenó el regreso de los tercios que se encontraban en Milán, pues gracias a la flota de Indias, que llegó a Sevilla en agosto de 1577, el rey disponía de fondos para pagarlos.
En septiembre, Guillermo de Orange planteó su ultimátum: debía entregar todas las ciudades, licenciar las tropas y retirarse a Luxemburgo. Lejos de acceder a lo solicitado, don Juan esperó la llegada de los tercios, al mando de su viejo amigo y sobrino Alejandro Farnesio.

Sus últimos años
La llegada de los tercios permitió que don Juan emprendiera una ofensiva militar. El 31 de enero de 1578, los tercios viejos derrotaron a los Estados Generales en la batalla de Gembloux, consiguiendo así que gran parte de los Países Bajos del Sur volvieran a la obediencia al rey; se reconquistó todo el Luxemburgo y Brabante. Esta victoria fue insuficiente. Pronto estuvo angustiosamente necesitado de dinero. Dos ejércitos invadieron el Flandes español: uno francés, al mando del duque de Anjou, desde el Sur tomó Mons; otro, al mando de Juan Casimiro y financiado por la reina Isabel de Inglaterra, desde el Este. Don Juan instó a su secretario, Escobedo, que estaba en España, para que lograra que le enviasen dinero. En los Consejos de Estado y de Guerra, el Duque de Alba advertía de la arriesgada situación, sin hombres y sin dinero. En esta situación se produjo el asesinato de Escobedo el 31 de marzo de 1578. La historiografía actual sostiene que fue planeado por Antonio Pérez con la aprobación del rey, que lo consideró necesario para la monarquía. Los argumentos concretos del secretario para convencer al rey no se conocen, pero los historiadores apuntan a que sin duda debieron girar en torno a las ambiciones de don Juan de Austria y la posibilidad de que decidiera por su cuenta la invasión de Inglaterra, o se aliase con los rebeldes holandeses o que, incluso, regresara a España al mando de las tropas para destituir a Felipe II. No hay en la documentación que se conserva de la época dato o indicio solvente de alguna de estas posibilidades, sino que, en 1578, la principal preocupación de don Juan de Austria era la constante necesidad de tropas y dinero para hacer la guerra en Flandes. Al conocer la muerte de su secretario, don Juan escribió al rey, y en esa carta se evidencia que don Juan comprendió lo que había ocurrido, y que no cabía esperar refuerzos de España.
Los escritos de don Juan de aquella época revelan el estado de depresión en que cayó ese verano, al tiempo que progresaba su enfermedad (tifus o fiebre tifoidea). Algunos días debía incluso guardar cama. Su estado de salud se agravó a finales de septiembre, estando en su campamento en torno a la sitiada Namur. El día 28 nombró sucesor en el gobierno de los Países Bajos a su sobrino Alejandro Farnesio. Escribió a su hermano pidiéndole que respetase este nombramiento y que le permitiera ser enterrado junto a su padre.
Falleció el 1 de octubre de 1578. Le sucedió como gobernador Alejandro Farnesio (duque de Parma). Los restos de don Juan de Austria fueron llevados a España y reposan en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Su tumba está cubierta por una estatua yacente de singular belleza que representa al finado ataviado con armadura, y como curiosidad hay que apuntar que por no morir en combate, está representado con los guanteletes quitados. La obra fue modelada por el zaragozano Ponzano y esculpida en mármol de Carrara por un buen escultor italiano en los últimos años del pasado siglo.

General Juan de Austria (Victoria en lepanto)



Don Juan de Austria (Ratisbona, Sacro Imperio Romano Germánico, 24 de febrero de 1545 o 1547 – Bouge, cerca de Namur, actual Bélgica, entonces parte de los Países Bajos españoles, 1 de octubre de 1578), hijo natural del Rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, y de Bárbara Blomberg, fue miembro de la Familia Real Española, militar y diplomático durante el reinado de su hermano por vía paterna, Felipe II de España.

Un decreto fechado el 1 de enero de 1567 obligaba a los moriscos que vivían en el Reino de Granada, en particular en la zona de las Alpujarras, a abandonar totalmente sus costumbres, lengua, vestido y prácticas religiosas. La aplicación de la norma provocó que, ya en abril de 1568, se planease una rebelión abierta. A finales de ese año, casi doscientos pueblos empezaron la revuelta.
El rey destituyó al marqués de Mondéjar y nombró a don Juan de Austria Capitán General, esto es, comandante supremo de las fuerzas reales. Puso a su lado consejeros de confianza con los que debía deliberar, entre ellos Requesens. El 13 de abril de 1569 llegó don Juan a Granada.
La política de deportación agravó la situación. Para lograr mayor efectividad, don Juan solicitó a su hermano autorización para pasar a la ofensiva. El rey se la concedió y don Juan salió de Granada al frente de un ejército. A finales del año 1569 había logrado pacificar Güéjar y puso sitio a Galera. La situación se estancó: era una fortaleza difícil de tomar. Don Juan de Austria ordenó el asalto general, haciendo uso de la artillería y de estratégicas minas. El 10 de febrero de 1570 entró en la villa, matando a sus habitantes, hombres, mujeres y niños, y luego la asoló, sembrándola de sal. Marchó después sobre la fortaleza de Serón, en donde recibió un balazo en la cabeza, y fue herido don Luis de Quijada, quien falleció una semana más tarde, el 25 de febrero, en Caniles. Pronto tomó Terque y dominó todo el valle medio del río Almería.
En mayo de 1570, don Juan de Austria negoció la paz con El Habaquí. En el verano y el otoño de 1570 se efectuaron las últimas campañas para doblegar a los rebeldes. En febrero del año 1571, Felipe II firmó el decreto de expulsión de todos los moriscos del reino de Granada. Las cartas de don Juan describen estos exilios forzosos de familias enteras, mujeres y niños, como la mayor «miseria humana» que pueda retratarse.

Lepanto
La Liga Santa fue un proyecto que, desde 1568, había alentado el papa San Pío V y respecto al cual Felipe II era reacio. En el año 1570, sin embargo, resuelta prácticamente la cuestión de los moriscos, Felipe II aceptó unirse a Venecia y el Papado contra los turcos. A la monarquía española le interesaban objetivos cercanos como Túnez, pero los otros coaligados se inclinaban por la defensa de Chipre, atacada por Selim II en el verano de 1570. Aunque no pudo determinar el objetivo de la flota, Felipe II sí impuso el mando de don Juan de Austria.
La Liga se firmó el 20 de mayo de 1571. La noticia llegó en junio a Madrid, y el rey se demoró veinte días para redactar las instrucciones concretas que debía llevar su hermano. De nuevo, pondría a su lado personas de confianza a las que continuamente debía consultar; entre ellos, Luis de Requesens y su compañero de Alcalá de Henares Alejandro Farnesio. La flota española se reunió en Barcelona, donde don Juan de Austria tuvo que esperar hasta el 20 de julio para que llegaran sus sobrinos, los archiduques Rodolfo y Ernesto, a los que trasladó hasta Génova. La flota llegó a Nápoles el 8 de agosto para avituallarse. Pío V mandó a don Juan el estandarte de la Liga, quien lo recibió solemnemente en un acto celebrado en la iglesia de Santa Chiara. A finales de agosto, la flota llegó a Mesina, donde se concentró la armada de la Liga. Allí don Juan pasó revista y recibió el jubileo, con el resto de los miembros de la Armada.
Don Juan de Austria convocó consejo de guerra en su nave capitana para decidir el curso de la acción. Nicosia había caído a principios de mes. Una derrota de la Liga significaría dejar absolutamente desprotegidas las costas mediterráneas de España e Italia frente a los turcos. Don Juan defendió la idea de una guerra agresiva: buscar a la flota turca allá donde estuviera y destruirla; este era el plan apoyado por marinos expertos, como Álvaro de Bazán. Don Juan consiguió imponerse frente a las posturas más moderadas, y el 15 de septiembre la flota salió de Mesina en dirección al Mediterráneo oriental.
La batalla se libró el 7 de octubre de 1571 en el golfo de Lepanto, donde los turcos se habían refugiado. Las galeras bajo el mando directo de don Juan se situaban en la parte central de la formación.
La actuación de don Juan de Austria fue decisiva para la victoria de la Liga, por su resuelta búsqueda de la victoria y su valentía personal en este tipo de batallas, mezcla de naval y terrestre, pues una vez abordadas las naves se luchaba cuerpo a cuerpo; así lo señalan historiadores como Braudel o M. Fernández Álvarez, y testimonian contemporáneos como Miguel de Cervantes.
Para los turcos, Lepanto significó la pérdida de su armada, siendo la peor derrota sufrida por el sultán desde la batalla de Angora (1402), y una amenaza inmediata de invasión de sus territorios. Para la monarquía española y las repúblicas italianas, alejó el peligro que representaba el turco en el Mediterráneo Occidental. Además, se produjo una ganancia inmediata en forma de botín, obteniéndose un impresionante número de galeras. Con ellas, la flota española se hizo la más poderosa del Mediterráneo, si bien no pudo explotar esa ventaja debido a la escasez de remeros. En efecto, don Juan de Austria liberó a los cristianos que remaban en las galeras turcas (se calcula que eran unos 15.000) y, además, a los galeotes de las galeras españolas que actuaron lealmente en el combate.

Túnez e Italia
La victoria de Lepanto transformó a don Juan de Austria en un héroe en el contexto europeo. Al tiempo, reforzó su ambición: deseaba un reino propio, así como el tratamiento de alteza que sistemáticamente le era negado.
En 1572, una delegación de albaneses ofreció a don Juan el trono. Lo consultó con su hermano el rey, quien le indicó que declinase la oferta, pero que no dejase las relaciones con los albaneses. Con autorización del rey, Don Juan dedicó los meses de julio a octubre a buscar a Uluj Alí, superviviente de Lepanto, sin éxito, pues éste, consciente de la superioridad naval de la armada española, supo evitarlo.
Al año siguiente, la República de Venecia firmó la paz por separado con los turcos. La Liga santa quedaba formalmente rota, y don Juan reemplazó en su nave la bandera de la Liga por la de Castilla. Ahora, la armada española podía seguir sus propios objetivos, y don Juan no desperdició la ocasión: pidió autorización para emprender la conquista de Túnez. Desde La Goleta, fuerte ocupado por un aliado de los españoles, tomó Túnez en una rápida campaña en el mes de octubre de 1573.
Nuevamente se ofrecía la posibilidad de un reino propio, esta vez conquistado por él mismo. Sus ambiciones no eran desconocidas, pues el propio papa Gregorio XI se dirigió al rey Felipe II a principios de 1574, pidiendo que a don Juan se le invistiera del título de Rey de Túnez. La respuesta fue negativa, aunque el rey aseguró que los méritos de su hermano no dejarían de recompensarse.
Era evidente que Felipe II no llegaba a confiar plenamente en las intenciones de su hermano. Utilizó a su secretario, Antonio Pérez, como medio para conocer y controlar las ambiciones de don Juan. Pérez le proporcionó fondos para la flota, y se atribuyó el haberle conseguido el puesto de vicario general en Italia. La permanencia de don Juan en Italia, sin embargo, favoreció que Uluch Alí recuperara Túnez. En estos momentos, la ambición de don Juan de Austria era ya otra: la invasión católica de Inglaterra, el matrimonio con María I Estuardo y conseguir de esa manera un reino propio; este plan parecía contar con el apoyo del papa y los católicos ingleses. Incluso, en un momento dado, fue sondeado por un enviado de la Reina sobre la posibilidad de un matrimonio con la propia Isabel de Inglaterra, de lo cual informó puntualmente al rey Felipe, que manifestó su desaprobación.
Don Juan deseaba ir a Madrid a tratar personalmente el asunto. Pero el rey le ordenó quedarse como vicario general en Italia, donde desarrolló durante todo este año una política de pacificación de las ciudades enfrentadas. Recorrió toda la península italiana, desde Sicilia hasta Lombardía. A finales de ese año, don Juan vio sustituido a su secretario personal, Juan de Soto, por Juan de Escobedo, secretario del Consejo de Hacienda desde 1566 y persona vinculada a Antonio Pérez, quien de este modo pretendía conocer más detalladamente los actos y pensamientos de don Juan. Además, el rey Felipe II conoció durante años el contenido de la correspondencia, supuestamente privada, entre Antonio Pérez y don Juan de Austria, pues la supervisaba e incluso corregía, animando las críticas hacia su persona, para de este modo conocer los pensamientos y planes de don Juan de Austria.

Los Países Bajos
Mientras tanto, los problemas en los Países Bajos se recrudecieron. A la política de dura represión llevada a cabo por el Duque de Alba le siguió la del moderado don Luis de Requesens. Pero Requesens falleció el 5 de mayo de 1576, circunstancia inmediatamente aprovechada por Guillermo de Orange para avivar la rebelión. El Consejo de Estado que interinamente regía el territorio, instó al rey que nombrase con urgencia un nuevo gobernador y que fuese de la familia real.
La elección era evidente: el rey ordenó a don Juan de Austria que se dirigiera inmediatamente a los Países Bajos como gobernador. Don Juan de Austria desobedeció el mandato real y en lugar de eso acudió a Madrid, para conocer las posibilidades del plan inglés, los apoyos que su hermano le iba a ofrecer y en qué condiciones acudiría a Bruselas. Felipe II rechazó de nuevo su petición de concederle el título de infante de Castilla y con ello el ambicionado tratamiento de Alteza Real, pero, a cambio, aceptó su sugerencia de un mando único en sus manos. Sobre una eventual invasión de Inglaterra, Felipe II no se manifestó concluyentemente.
Don Juan de Austria aprovechó la estancia en España para ver a Magdalena de Ulloa. Fue ella quien lo disfrazó para la siguiente etapa de su viaje: iría a los Países Bajos, pero no desde Italia, sino a través de Francia. Para ello, se vistió como criado morisco de un noble italiano, Octavio de Gonzaga. Atravesó Francia y llegó a Luxemburgo, única provincia leal. Allí se encontró con su madre, Bárbara Blomberg. Después de esa conversación, Bárbara Blomberg, que siempre se había negado a vivir en España, aceptó marchar a la Península, donde se le asignó casa y pensión y acabó falleciendo en Colindres.
Los tercios viejos de Flandes, que llevaban meses sin recibir sus pagas, entraron a saco en la ciudad de Amberes, en una jornada terrible que creó la peor de las situaciones posibles a la llegada de don Juan de Austria a los Países Bajos. Llevaba instrucciones, sobre todo, de seguir la política de Requesens y mostrarse conciliador. A fin de ser reconocido como gobernador y de que los rebeldes respetaran la fe católica, aceptó licenciar sus tropas, marchando los tercios viejos a España o a Lombardía, así como respetar las libertades flamencas. Firmó el Edicto Perpetuo el 17 de febrero de 1577. Para mayo parecía que la situación se había pacificado y don Juan de Austria pudo entrar triunfalmente en Bruselas.
Ante esta situación de paz, don Juan de Austria deseó volver a Madrid para tratar el tema de Inglaterra. Envió en junio de 1577 a su secretario, Escobedo, en quien confiaba, para que, a través de Antonio Pérez, lograse su regreso a España o bien obtuviera medios para invadir Inglaterra. El rey rechazó el regreso a España de don Juan de Austria. En ese momento, las circunstancias empeoraron en Flandes. En julio de 1577, don Juan de Austria rompió el pacto y reemplazó las tropas de Namur por alemanes. En agosto ordenó el regreso de los tercios que se encontraban en Milán, pues gracias a la flota de Indias, que llegó a Sevilla en agosto de 1577, el rey disponía de fondos para pagarlos.
En septiembre, Guillermo de Orange planteó su ultimátum: debía entregar todas las ciudades, licenciar las tropas y retirarse a Luxemburgo. Lejos de acceder a lo solicitado, don Juan esperó la llegada de los tercios, al mando de su viejo amigo y sobrino Alejandro Farnesio.

Sus últimos años
La llegada de los tercios permitió que don Juan emprendiera una ofensiva militar. El 31 de enero de 1578, los tercios viejos derrotaron a los Estados Generales en la batalla de Gembloux, consiguiendo así que gran parte de los Países Bajos del Sur volvieran a la obediencia al rey; se reconquistó todo el Luxemburgo y Brabante. Esta victoria fue insuficiente. Pronto estuvo angustiosamente necesitado de dinero. Dos ejércitos invadieron el Flandes español: uno francés, al mando del duque de Anjou, desde el Sur tomó Mons; otro, al mando de Juan Casimiro y financiado por la reina Isabel de Inglaterra, desde el Este. Don Juan instó a su secretario, Escobedo, que estaba en España, para que lograra que le enviasen dinero. En los Consejos de Estado y de Guerra, el Duque de Alba advertía de la arriesgada situación, sin hombres y sin dinero. En esta situación se produjo el asesinato de Escobedo el 31 de marzo de 1578. La historiografía actual sostiene que fue planeado por Antonio Pérez con la aprobación del rey, que lo consideró necesario para la monarquía. Los argumentos concretos del secretario para convencer al rey no se conocen, pero los historiadores apuntan a que sin duda debieron girar en torno a las ambiciones de don Juan de Austria y la posibilidad de que decidiera por su cuenta la invasión de Inglaterra, o se aliase con los rebeldes holandeses o que, incluso, regresara a España al mando de las tropas para destituir a Felipe II. No hay en la documentación que se conserva de la época dato o indicio solvente de alguna de estas posibilidades, sino que, en 1578, la principal preocupación de don Juan de Austria era la constante necesidad de tropas y dinero para hacer la guerra en Flandes. Al conocer la muerte de su secretario, don Juan escribió al rey, y en esa carta se evidencia que don Juan comprendió lo que había ocurrido, y que no cabía esperar refuerzos de España.
Los escritos de don Juan de aquella época revelan el estado de depresión en que cayó ese verano, al tiempo que progresaba su enfermedad (tifus o fiebre tifoidea). Algunos días debía incluso guardar cama. Su estado de salud se agravó a finales de septiembre, estando en su campamento en torno a la sitiada Namur. El día 28 nombró sucesor en el gobierno de los Países Bajos a su sobrino Alejandro Farnesio. Escribió a su hermano pidiéndole que respetase este nombramiento y que le permitiera ser enterrado junto a su padre.
Falleció el 1 de octubre de 1578. Le sucedió como gobernador Alejandro Farnesio (duque de Parma). Los restos de don Juan de Austria fueron llevados a España y reposan en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Su tumba está cubierta por una estatua yacente de singular belleza que representa al finado ataviado con armadura, y como curiosidad hay que apuntar que por no morir en combate, está representado con los guanteletes quitados. La obra fue modelada por el zaragozano Ponzano y esculpida en mármol de Carrara por un buen escultor italiano en los últimos años del pasado siglo.