(Torrejoncillo del Rey) (Cuenca, España; ca. 1468 - Santo
Domingo, República Dominicana; 1515) fue navegante, gobernador y conquistador
español; recorrió las costas de Guyana, Venezuela, Trinidad, Tobago, Curaçao,
Aruba y Colombia. Es famoso por haber dado el nombre Venezuela a la región que
exploró en sus dos primeros viajes y por haber descubierto el lago de Maracaibo
y fundar Santa Cruz (La Guairita).
Sin permiso de Colón y zarpó en una expedición el 18 de mayo
de 1499, en el que sería su primer viaje a Venezuela, en asociación con el
piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y el navegante italiano Américo Vespucio.
Cabe destacar que este fue el primero de la serie de "viajes menores"
o "viajes andaluces" que se realizarían hacia el Nuevo Mundo.
Recorriendo el litoral occidental de África hasta Cabo
Verde, tomaron el mismo rumbo que realizó Colón un año antes en el tercer
viaje, pero en dirección suroeste. Sin embargo, Vespucio decidió separarse de
la flota y seguir su propio rumbo más al sur, hacia Brasil. La flota de Ojeda
llegó a las bocas de los ríos Esequibo y Orinoco, así como al golfo de Paria,
incluyendo las penínsulas de Paria y Araya, y a las islas de Trinidad y
Margarita; continuando a lo largo de la tierra firme, en busca siempre de un
pasaje hacia la India. Posteriormente recorrió la Península de Paraguaná y
después avistó la isla Curaçao, a la cual llamó isla de los Gigantes porque
creyó haber observado allí a indígenas de gran estatura; luego visitó la isla
Aruba y también el archipiélago de Los Frailes.
También recorrió una parte de la península de Paraguaná y se
adentró en un golfo al que llamó Venezuela o Pequeña Venecia, pues había
poblaciones en el fondo del golfo cuyas casas estaban construidas con troncos
sobre el agua que se asemejaban a la ciudad de Venecia; aunque otra fuente
indica que los propios indígenas ya llamaban al poblado Veniçuela. Asimismo,
logró ver la entrada del lago de Maracaibo, a la cual llamó San Bartolomé por
haberla descubierto el día 24 de agosto de 1499, día de San Bartolomé, apóstol.
También llegó a alcanzar el cabo de la Vela, en la actual península de la
Guajira, a la que llamó Coquibacoa.
Pocos días después, la expedición partió del cabo de la Vela
a La Española con algunas perlas obtenidas en Paria, algo de oro y varios
esclavos. La escasez de bienes y esclavos transportados resultó en un rendimiento
económico escaso, pero la importancia de este viaje radica en que fue el primer
recorrido detallado y total hecho por los españoles de las costas de Venezuela,
debido al cual Ojeda goza del crédito de haber reconocido por vez primera toda
la costa venezolana. La expedición dio también a Juan de la Cosa la oportunidad
de trazar el primer mapa conocido de la actual Venezuela, además de ser el
primer viaje que hizo Vespucio al Nuevo Mundo.
Sin embargo, cuando llegó la expedición a La Española el 5
de septiembre, fue mal recibida por seguidores de Colón quienes estaban
enojados porque Ojeda no tenía derecho de explorar tierras descubiertas por
aquél sin su autorización. Esto produjo reyertas y peleas entre ambos grupos,
dejando algunos muertos y heridos; así tuvo que regresar a Cádiz con pocas
riquezas, pero con muchos indígenas. La fecha de regreso es discutida:
tradicionalmente se afirmaba que volvieron en junio de 1500 pero el historiador
Demetrio Ramos ha señalado una fecha mucho más temprana, hacia noviembre de
1499.
Ojeda decidió hacer una nueva exploración (Segundo viaje a
Venezuela) y capituló nuevamente con los
reyes de España el 8 de junio de 1501. Se le nombró gobernador de Coquibacoa
por los resultados obtenidos en el primer viaje, y se le otorgó el derecho de
fundar una colonia en ese territorio, aunque se le advirtió de que no visitara
Paria. En esta ocasión se asoció con los mercaderes sevillanos Juan de Vergara
y García de Campos, los cuales pudieron fletar cuatro carabelas.
En enero de 1502, zarpó de España e hizo el mismo recorrido
que en su primer viaje. En esta ocasión pasó de largo el golfo de Paria y llegó
a isla Margarita (donde según algunas fuentes, intentó obtener oro y perlas de
los indígenas por varios métodos). Luego recorrió las costas venezolanas desde
Curiana hasta la península de Paraguaná e intentó fundar el 3 de mayo de 1502
una colonia en la península de la Guajira, exactamente en bahía Honda, a la que
llamó Santa Cruz y que se convirtió en el primer poblado español en territorio
colombiano y, por ende, el primero en tierra firme.
Sin embargo, dicha colonia no prosperó luego de tres meses
de fundada, debido a que Ojeda y sus hombres comenzaron a atacar las
poblaciones indígenas de los alrededores, causando una constante guerra con
éstos que se sumó a los problemas personales del mismo Ojeda con sus hombres.
Así, fue en aquel momento cuando sus socios Vergara y Campos hicieron apresar a
Ojeda para hacerse con el poco botín recaudado y abandonaron el poblado junto
con los colonos, encarcelándolo en La Española en mayo de 1502. Ojeda estuvo
preso hasta 1504, cuando fue liberado por el obispo Rodríguez de Fonseca,
mediante una apelación; sin embargo tuvo que pagar una indemnización costosa
que lo dejó bastante empobrecido.
El resultado de este segundo viaje fue un fracaso ya que no
se habían descubierto tierras nuevas y no se obtuvo un gran botín de parte de
los exploradores, amasado en su mayoría por Vergara y Campos, sumado a que la
colonia de Santa Cruz quedó abandonada y la gobernación de Coquibacoa fue
abolida.
Una vez conseguida la libertad, permaneció en La Española
durante cuatro años sin mucho que hacer, hasta que en 1508 se enteró de que el
Rey Fernando el Católico había llamado a concurso la gobernación y colonización
de Tierra Firme, y que abarcaba las tierras entre el cabo Gracias a Dios (entre
Honduras y Nicaragua) y el cabo de la Vela (en Colombia). Juan de la Cosa fue a
España y se presentó en representación de Ojeda, aunque también en dicho evento
apareció Diego de Nicuesa, que rivalizaba con Ojeda por las tierras a
colonizar. Como ambos candidatos poseían buena reputación y tenían simpatías en
la Corte, la Corona prefirió dividir la región en dos gobernaciones: Veragua al
oeste y Nueva Andalucía al este, con límites en el golfo de Urabá; así Ojeda
recibía la gobernación de Nueva Andalucía y Nicuesa recibía Veragua. Esta
capitulación fue firmada el 6 de junio de 1508.
A Santo Domingo partieron los nuevos gobernadores para
formar las flotas expedicionarias. Sin embargo, existía una disparidad entre la
flota de ambos, destacando que Nicuesa poseía grandes riquezas y más crédito de
parte de las autoridades coloniales, y que pudo atraer a más de 800 hombres,
muchos caballos, cinco carabelas y dos bergantines; en cambio, Ojeda sólo
reunió algo más de 300 hombres, dos bergantines y dos barcos pequeños. Debido a
las disputas acerca de qué lugar exacto en el golfo de Urabá sería el límite de
ambas gobernaciones, el asistente de Ojeda, Juan de la Cosa, señaló que el
límite exacto sería el río Atrato, que desembocaba en dicho golfo.
El 10 de noviembre de 1509 logró partir de Santo Domingo,
unos días antes que Nicuesa, poco después de nombrar Alcalde Mayor al bachiller
Martín Fernández de Enciso, un acaudalado abogado que tenía órdenes de fletar
una embarcación con más provisiones para ayudar a Ojeda cuando fundara una
colonia en Nueva Andalucía. El nuevo gobernante, procurando evitarse problemas
con los indígenas de su región, pidió que se redactara una extensa y curiosa
proclamación en la que invitaba a los indígenas a someterse al Imperio español,
que de lo contrario iban a ser sometidos a la fuerza; dicha proclamación fue
hecha por el escritor Juan López de Palacios Rubios y contó con la aprobación
de las autoridades españolas.
Ojeda llegó a la bahía de Calamar, en la actual Cartagena
(Colombia), ignorando las órdenes de su subalterno De la Cosa de no
establecerse en la zona. Después de desembarcar se encontró con varios
indígenas y envió a unos misioneros a que recitaran la extensa proclama en voz
alta junto con intérpretes que hablaban la lengua indígena. Sin embargo, los
indígenas estaban bastante molestos por dicha proclama, así que Ojeda mostró
baratijas a los indígenas, y esto provocó que se enojaran y comenzaran a luchar
contra los españoles. Combatió y venció a los indígenas de la costa;
aprovechando esta ventaja decidió perseguir a algunos indígenas que se habían
adentrado en la selva y llegó a la aldea de Turbaco: ahí sufrió la ira de los
indígenas que tomaron desprevenidos a los españoles. En esta contraofensiva
murió Juan de la Cosa, que sacrificó su vida para que Ojeda escapara, y
murieron también casi todos los que le acompañaban. Ojeda tuvo que huir para
salvarse con un solo hombre apenas y llegar ileso a la orilla del mar, en donde
pudo ser rescatado por la flotilla estacionada en la bahía.
Poco después llegó la flota de Nicuesa, quien, preocupado
por la pérdida que había tenido Ojeda, le cedió armas y hombres, y luego lo
acompañó, olvidándose de las diferencias entre ambos gobernadores, para
vengarse contra los indígenas de Turbaco, los cuales fueron masacrados en su
totalidad. De vuelta en la bahía de Calamar, Nicuesa se separó de Ojeda en
dirección mar adentro hacia el oeste rumbo a Veragua, mientras que Ojeda seguía
recorriendo las costas de Nueva Andalucía hacia el suroeste, y llegaba al Golfo
de Urabá, donde fundó el asentamiento, en realidad un fuerte, de San Sebastián
de Urabá el 20 de enero de 1510.
Nicuesa se separó de Ojeda en dirección mar adentro hacia el
oeste rumbo a Veragua, mientras que Ojeda seguía recorriendo las costas de
Nueva Andalucía hacia el suroeste. En 1508 es nombrado Gobernador de Nueva
Andalucía, que incluía la región de Urabá. Parte de la Hispaniola el año
siguiente y llegó al Golfo de Urabá, donde fundó el asentamiento, en realidad
un fuerte, de San Sebastián de Urabá el 20 de enero de 1510.
Sin embargo, la expedición fue problemática: no habían
pasado muchos días cuando dentro del fuerte crecía la escasez de alimentos, y
se incrementaba el clima insalubre que afectaba a los colonos, además de la
amenaza persistente de los indios urabaes, quienes atacaban a los españoles con
flechas envenenadas, de las cuales el mismo gobernador quedó herido en una
pierna.
Habían pasado ocho meses y medio desde que partió de Santo
Domingo y haber fundado San Sebastían, y la prometida ayuda del bachiller
Fernández de Enciso aún no llegaba. Entonces encargó a Francisco Pizarro, un
joven soldado en ese entonces, que protegiera el sitio y se mantuviera con los
habitantes durante cincuenta días hasta que Ojeda regresara, pidiéndoles que de
lo contrario volvieran a Santo Domingo. Pero Ojeda jamás regresó a San
Sebastián y, pasados los cincuenta días, Pizarro decidió regresar en los dos
bergantines junto con 70 colonos. Poco después Fernández de Enciso, junto con
Vasco Núñez de Balboa, socorrieron a los pocos supervivientes del lugar;
posteriormente, el fuerte fue incendiado por los indígenas de la región.
Después de este fracaso, Alonso de Ojeda regresa a Santo
Domingo en el bergantín de un bandido pirata español llamado Bernardino de
Talavera, que había huido de La Española y pasaba por el lugar.
Tratando de buscar ayuda, Ojeda se embarcó rumbo a Santo
Domingo en el bergantín de Talavera con 70 hombres que lo acompañaban, pero el
pirata apresó a Ojeda y no lo quiso liberar, esperando un rescate. Sin embargo,
un violento huracán azotó la embarcación y Talavera tuvo que pedir ayuda a
Ojeda, también marino. La tormenta arrastró la nave y ésta naufragó en Jagua,
Sancti Spíritus, al sur de Cuba. Así, Ojeda y Talavera con sus hombres,
decidieron recorrer la costa sur de la isla a pie, hasta punta Maisí, desde
donde luego se trasladarían hasta La Española.
Sin embargo, tuvieron dificultades y la mitad de los hombres
murieron por el hambre, las enfermedades y las penurias que tuvieron que vivir
en el camino. Ojeda cargaba con una imagen de la Virgen María que llevaba
consigo desde la primera vez que se embarcó a América en 1493 e hizo una
promesa a ésta de que le dedicaría un templo, que haría levantar en el primer
poblado indígena que encontrara en su camino y que los recibiera con buenas
intenciones.
Poco después, con una docena de hombres y el pirata
Talavera, llegaron a la comarca de Cueybá, donde el cacique Cacicaná trató
amablemente y cuidó a Ojeda y a los demás hombres, que a los pocos días se
habían recuperado. Ojeda cumplió su promesa y levantó una pequeña ermita de la
Virgen en el poblado, ermita que sería venerada por los aborígenes de la
comarca. Allí fue socorrido por Pánfilo de Narváez y fue a Jamaica, isla en la
que Talavera fue apresado por piratería. Después llegó a La Española, donde muy
exhausto se enteró que la ayuda de Fernández de Enciso había llegado a San
Sebastián.
Tras el fracaso del viaje a Nueva Andalucía, Ojeda no volvió
a dirigir ninguna otra expedición y renunció a su cargo de gobernador. Pasó los
últimos cinco años de su vida en Santo Domingo donde vivió triste y deprimido.
Luego se retiró al Monasterio de San Francisco, en donde murió poco después en
1515. Su última voluntad fue que lo sepultaran bajo la puerta mayor del
monasterio, para que su tumba fuese pisada por todos los que llegaban a entrar
a la iglesia, como pena por los errores que cometió en su vida.