(Santoña, entre 1450 y 1460-Turbaco, Colombia, 28 de febrero
de 1510)1 fue un navegante y cartógrafo español conocido por haber participado
en siete de los primeros viajes a América y por haber dibujado el mapa más
antiguo conservado en el que aparece el continente americano. Verdaderamente es el primer mapa mundi ya que ningún otro contenía el continente americano. Se puede decir que era un científico de la cartografía de su tiempo.
De la Cosa tuvo un papel destacado en el primer y el segundo
viaje de Cristóbal Colón a las Antillas y en 1499 participó como piloto mayor
en la expedición de Alonso de Ojeda a las costas del continente sudamericano. A
su regreso a Andalucía dibujó su famoso mapamundi y poco después volvió a
embarcarse hacia las Indias, esta vez con Rodrigo de Bastidas. En los años
siguientes alternó viajes a América bajo su propio mando con encargos
especiales de la Corona, incluyendo una misión como espía en Lisboa y la
participación en la Junta de pilotos de Burgos de 1508. En 1509 emprendió la
que sería su última expedición, de nuevo junto a Ojeda, para tomar posesión de
las costas de la actual Colombia. La Cosa murió en un enfrentamiento armado con
indígenas antes de poder llegar a ejercer su cargo de alguacil mayor de Urabá.
La Cosa elaboró para los Reyes Católicos o alguien de su
corte un mapamundi que es el mapa más antiguo conservado en el que aparece el
continente americano. Está pintado sobre dos pieles de pergamino unidas en
forma de rectángulo irregular de 96
cm de ancho y 183 cm de largo. En el extremo occidental del
mapa aparece una efigie de San Cristóbal, probable alusión a Colón, situado a
poniente de las Antillas sobre una inscripción que dice: «Juan de la cosa la
fizo en el puerto de S: mã en año de 1500».
Dicho mapa refleja los resultados de los descubrimientos
realizados en América durante el siglo XV; con información procedente de los
viajes realizados por Colón (viajes de 1492, 1493 y 1498), Alonso de Ojeda,
Vicente Yáñez Pinzón, Juan Caboto, Pedro Álvares Cabral y diversos exploradores
portugueses que recorrieron África, como Bartolomeu Dias y Vasco da Gama.
La Cosa sugirió que las tierras descubiertas en el norte y
el sur de América podían estar unidas formando un solo continente, aunque con
la efigie superior hizo un truco para permitir la posibilidad de que existiera
un paso marítimo entre ambas en Centroamérica, cosa que Colón creía.15 Cuba
aparece ya identificada como una isla, en contra de la opinión de Colón. En
general las Antillas aparecen de manera completa y en América del Sur se
muestra la costa desde el cabo de la Vela hasta el cabo de San Agustín,
mostrando una parte del norte del Brasil. Por el contrario, en América del
Norte no se muestran la península de Florida, el golfo de México ni la
península de Yucatán. América Central está tapada por la efigie del santo. .
El contorno de las costas de África aparece dibujado por
primera vez de manera correcta, gracias a los últimos viajes de exploración
realizados por los portugueses. La región de Europa y el Mediterráneo aparece
bien detallada, mientras que amplias zonas de Asia se muestran vacías e
imprecisas.
El mapa está decorado con rosas de los vientos, banderas,
barcos, ciudades, reyes, personajes de la Biblia y figuras mitológicas. Se
representan algunos ríos y la mayoría de los topónimos están escritos en
castellano antiguo.
El mapamundi de Juan de la Cosa es una de las obras más
importantes de la cartografía de finales del siglo XV e inicios del siglo XVI.
Fue redescubierto en 1832 por el barón de Walckenaer, ministro plenipotenciario
de Holanda en París, que lo compró a un precio muy barato. A la muerte del
barón en 1853, se subastó el mapamundi y el gobierno español, aconsejado por
Ramón de la Sagra, lo adquirió por 4.321 francos. Desde entonces está expuesto
en el Museo Naval de Madrid. Numerosos eruditos han realizado reproducciones y
análisis de diversas zonas del mapa de La Cosa. Las primeras fueron las de
Alexander von Humboldt en su Atlas géographique et physique des régions
équinoxiales du Nouveau Continent de 1834,21 Ramón de la Sagra en 1837 en la
Historia física política y natural de la isla de Cuba y el vizconde de Santárem
en 1842 con su Atlas de la Edad Media.
Se sabe que La Cosa debió realizar otros mapas importantes
pero nunca se han encontrado. En particular consta que en 1503 se le abonaron
siete ducados por dos "cartas de marear" que ofreció a la Reina.5
Por otra parte es posible que el bachiller Martín Fernández
de Enciso aprovechara sus relaciones amistosas con La Cosa para incorporar
parte de sus conocimientos cartográficos en su obra Suma de geografía que trata
de todas las partes y provincias del mundo: en especial de las Indias, impresa
en Sevilla en 1519.
La Cosa también participo en un viaje al mando de Alonso de
Ojeda, que acababa de ser nombrado gobernador de Nueva Andalucía. La Cosa
recibió de la Corona el cargo de teniente gobernador y una importante ayuda
económica ya que iba a instalarse allí junto a su familia. La expedición partió
de Santo Domingo el 10 de noviembre de 1509 con tres embarcaciones y unos 300
hombres, entre ellos un soldado llamado Francisco Pizarro. La Cosa resolvió la
disputa entre los dos nuevos gobernadores (Ojeda y Nicuesa) sobre qué lugar
exacto del golfo de Urabá sería el límite de sus respectivas gobernaciones,
señalando el río Atrato como la frontera entre Veragua y Nueva Andalucía.
Al llegar a Nueva Andalucía en diciembre, Ojeda decidió
desembarcar en la bahía de Calamar, desoyendo los consejos de La Cosa que
recomendaba que no se perturbara a los indios de la zona donde estaban, ya que
eran indígenas que usaban flechas envenenadas. El cántabro proponía dirigirse a
las orillas del golfo de Urabá, donde vivían indios menos belicosos a los
cuales La Cosa había conocido cinco años atrás, pero finalmente acató la orden
de Ojeda. Poco después los expedicionarios se vieron envueltos en un combate
con indígenas que se saldó con victoria española, lo que incitó a Ojeda a
adentrarse en la selva, persiguiendo a los indígenas en su huida hasta el
poblado de Turbaco. Al llegar al poblado, Ojeda, La Cosa y los demás hombres
fueron sorprendidos por los indígenas, que dispararon flechas envenenadas. La
Cosa cayó muerto, así como la mayoría de sus hombres, pero Ojeda pudo huir.
Al volver Ojeda a la bahía de Calamar se encontró con la
expedición de su rival Nicuesa. Enterados del hecho ocurrido en Turbaco, los
castellanos dejaron de lado sus diferencias y los hombres de ambas expediciones
se vengaron destruyendo el poblado de Turbaco y asesinando a casi todos sus
habitantes. Algunas crónicas afirman que cuando hallaron el cadáver de La Cosa
parecía un erizo lleno de flechas; otras dicen por el contrario que el cuerpo
había sido devorado por los indios.
La viuda de La Cosa recibió 45.000 maravedís y todos los
indígenas que tenía en posesión el navegante como indemnización por los
servicios prestados. Se desconoce el destino del hijo de La Cosa, el cual
debería teóricamente haber heredado el cargo de Alguacil Mayor de Urabá.
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